La ephedra fragilis, con flores amarillas y frutos rojos, gladiolos silvestres, lirios, tomillo, o el «astragalus alopecuroides», una planta amenazada, son solo una ínfima parte de las más de 400 especies de flora que nutren y cubren el paisaje del entorno de el Pantano de Elche.

Un listado de gran magnitud que ya está figurando en la memoria que lleva en marcha un equipo de estudio botánico de la UMH en el proyecto Biodiversidad y Medio Ambiente del Pantano de Elche.

Desde el año 2016 este equipo lleva registrando la multitud de ejemplares vegetales que se pueden encontrar en esta zona que, desde el Ayuntamiento de Elche trabajan para que sea reconocida como Paraje Natural, tal y como ya está determinado en el municipio de Aspe, que comparte junto a la ciudad ilicitana este patrimonio ambiental. La memoria, que está a punto de salir a la luz, también cuenta con datos de fauna, calidad de las aguas, lugares de interés geológico histórico y construcciones peculiares. La novedad que ahora se registra dentro de este volumen de información es el gran listado de especies vegetales, más de 4 centenas que visten las capas de este popular enclave de Elche, «que la gente toma como suyo durante los momentos de ocio, pero del que se desconocen muchos datos relevantes para su puesta en valor como espacio natural al que poner atención», destacan desde el equipo de estudio botánico de la UMH.

Recientemente, el Vicerrectorado de Infraestructuras de la UMH y el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Elche, Antonio García Díez , firmaron recientemente un convenio de colaboración. Mediante este acuerdo, ambas instituciones se comprometen, entre otras acciones, a continuar con los trabajos en el seguimiento y estudio de la biodiversidad del Pantano de Elche y de su entorno.

El Pantano de Elche pertenece a una zona de yesos con afloramientos del período Triásico. Sus suelos hacen que progresen con lentitud debido a la escasez de agua. Así, la escasa infiltración del agua favorece un elevado contenido en bases en el suelo que dificultan el crecimiento de la vegetación. Aún así estos factores no suponen un inconveniente para la flora autóctona, en la que abundan los matorrales típicos del bosque mediterráneo y de zonas sermiáridas como la ilicitana.

No obstante, la presencia de árboles como el chopo ilicitano, especie única, también tiene lugar y enriquece el paisaje de el Pantano.

Los factores de amenaza principales que presenta el entorno natural ilicitano son, según las expertas que elaboran esta memoria en la UMH, la fragmentación, la degradación y la desestructuración del hábitat. En especial ponen el foco en las interacciones humanas debido, especialmente, a la práctica de deportes como el senderismo o la bicicleta de montaña. Además, la presencia del «astragalus alopecuroides», una especie protegida, ve más comprometida su existencia por las prácticas de extracción del yeso en las canteras próximas de la zona, así como las de otros materiales y a una transformación de los suelos originales en agricultura de regadío. Una seria amenaza fue la realización de reforestaciones incontroladas en todo el Pantano, dentro del escaso hábitat de esta planta.

Ahora, con la reordenación de ordenanzas municipales, y los planes integrales de mejora, se espera poner en valor a estas 400 especies de vegetales tan beneficiosas para el medio ambiente.