La jornada de ayer vino marcada por el contacto con la naturaleza. Decenas de ciudadanos asistieron al Clot de Galvany para formar parte de la campaña de revegetación. Una iniciativa que se celebra los domingos de noviembre desde hace prácticamente una década y que en el último año se tradujo en 800 nuevas plantas.

Sin embargo, Sergio Arroyo, presidente de la asociación Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA), destaca que la verdadera importancia de la actividad, más allá del impacto obviamente positivo, es que conecta y acerca a las personas con los valores medioambientales: «Los vínculos sociales que se crean entre el ciudadano y el paraje en el que actúa son igual o más valiosos que el hecho de que se esté contribuyendo a paliar la degradación del ecosistema», explica Arroyo. Por eso, defiende, una eficaz divulgación que se traduzca en colaboración ciudadana resulta indispensable para que la protección del medioambiente sea real.

Retos

No obstante, el Clot de Galvany se ha tenido que enfrentar a numerosos peligros a lo largo de su historia. Uno de ellos, la presión urbanística. Desde la AHSA declaran que si bien es cierto que los espacios naturales -especialmente en aquellos que oficialmente no figuran como tal pero en la realidad son humedales- aún son asediados, la situación parece menos grave: «La actual Corporación municipal ha apostado por reintegrar terrenos de titularidad privada e integrarlos en el paraje natural para proteger la zona», explica el presidente de la asociación, «con lo que parece que las amenazas más inmediatas de degradación por asuntos de recalificación urbanística en el Clot evolucionan favorablemente». También la sequía es otra de las amenazas del espacio natural, ya que aunque buena parte del Clot se apoya en las aguas de la depuradora, la ausencia de lluvias repercute negativamente. Por otro lado, los expertos reivindican la necesidad de respetar los llamados pasillos ecológicos, que implican que los espacios naturales estén conectados entre sí de forma que resulte más sencillo mantener la diversidad biológica.

Aunque en todas estas acciones las administraciones juegan un papel importante, Sergio Arroyo explica que «es inabarcable y se necesita la colaboración ciudadana». Educar y concienciar sobre el papel que pueden jugar los individuos en la solución de cada problema es fundamental. Por ejemplo, la última denuncia de la AHSA está relacionada con la llegada de una peligrosa planta invasora al Clot de Galvany: el rabo de gato. Aunque está prohibida su tenencia y distribución, hay mucho desconocimiento: «La solución pasa también por explicar a los vecinos que no debe plantarse, avisar a los viveros de que dejen de venderla y enseñar el proceso para eliminarla». Estas medidas, sumadas a la actuación de las administraciones, contribuirían a que los daños fueran menores.