La Policía detuvo hace unos días a un hombre por continuas amenazas a su expareja. La situación viene desde muy lejos pero la gota que colmó el vaso fue un vídeo que le envió a la víctima, a través de una conocida aplicación de mensajería, en el que el detenido dice que va a acabar con su vida mientras ingiere varias pastillas. Estas imágenes produjeron un fuerte impacto en la mujer que, alertada por las posibles consecuencias de estos fármacos, avisó a los servicios sanitarios para que acudieran a auxiliarlo. Se da la circunstancia de que el hombre reside en Madrid, lugar natural también de la víctima y que abandonó precisamente huyendo del acoso y de las amenazas que sufría. Finalmente, las pastillas ingeridas no supusieron ningún riesgo, según apuntaron fuentes judiciales, pues tan solo tomó unas pocas y se trataban de medicamentos antiinflamatorios sin riesgos, y que se pueden comprar en cualquier farmacia. Sin embargo, la situación de angustia de la mujer a causa de este vídeo es patente, y no deja de ser una forma de acoso en el sentido de que estas conductas afectan en su día a día y alteran su cotidianidad.

Las coacciones y los chantajes se remontan a mucho tiempo atrás. La desesperación de la mujer fue tal que, de hecho, se trasladó a la ciudad para tratar de dejar atrás cualquier rastro de su expareja, según fuentes judiciales. Insultos, amenazas físicas tanto a ella como a gente de su entorno, afirmaciones del tipo «me estoy volviendo loco» y «la voy a liar», son una constante, tanto de forma verbal como por escrito, como ha quedado probado en la denuncia tras la presentación de los mensajes recibidos en su móvil.

La única excusa dada por el detenido, y esta no es válida ni social ni judicialmente, son los celos. Un motivo, como recuerdan siempre en estos casos desde la Ciudad de la Justicia, que no resta ni un ápice de culpa al agresor, y que en ningún caso pueden ser utilizados para justificar este tipo de comportamientos contra la mujer.

Por si fuera poco, el detenido cuenta además con varios antecedentes en la comisión de delitos violentos, como son el robo con violencia y lesiones. La Fiscalía ha pedido para él una orden de alejamiento y la prohibición de comunicarse con la mujer de cualquiera de las maneras, tanto directa como indirectamente a través de terceros. El fiscal sustenta su petición en que «se ha demostrado capaz de actos violentos y ha manifestado verbal y telemáticamente que los va a realizar en un futuro contra la perjudicada». Además, pide que se le suprima el régimen de visitas para ver a la hija que ambos tienen en común, de tres años, «en base a la violencia manifestada y a los intentos de suicidio», sostiene el Ministerio Público, ya que «un sujeto que ha llegado al punto de ingerir pastillas en gran cantidad para morir, es ya capaz de cualquier acto porque no tiene nada que perder».