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Blass: «El mago antes jugaba con conejos o chisteras, ahora con móviles»

El ilusionista actuará mañana a las 20.30 horas en el Gran Teatro de Elche

El ilusionista Jorge Blass en una imagen promocional. VALERO RIOJA

¿Cómo es la magia que se practica en el siglo XXI?

Es una magia con efectos inéditos, novedosos. Ahora hacemos nuestros trucos a través de las redes sociales, con tabletas y móviles. Somos más interactivos con los espectadores. Hemos cambiado nuestra estética y también los efectos. Tenemos más posibilidades y el lenguaje ha variado. Al público le gusta que le sorprendas, ver lo que no ha visto antes. Los ilusionistas de ahora también hacemos nuestros guiños a la magia clásica. En mi espectáculo, por ejemplo, cortamos a una persona por la mitad, pero utilizamos cajas trasparentes para ello. O hacemos un truco en el que empleamos Facebook.

¿Qué pueden aportar las redes sociales a la magia?

Abren un nuevo camino para explorar. Antes el mago jugaba con unos elementos, como chisteras, conejos o barajas. Ahora puedes hacer un truco con un móvil o con una impresora 3D. La tecnología y la magia siempre han ido unidas de la mano. Los magos hemos contribuido a los avances tecnológicos porque somos unos visionarios. Tenemos que estar a la última para poder sorprender a nuestro público.

Usted ha cursado estudios de Psicología, ¿le sirven para desarrollar sus espectáculos?

Me ayudan mucho. Nosotros no nos basamos únicamente en los trucos, también en los procesos psicológicos. Jugamos con los sentidos, la memoria y la percepción pare crear asombro. Mis estudios han sido clave a la hora de crear magia. Los trucos no son más importantes que todo lo que se genera a su alrededor. Provocamos sensaciones para que el espectador vea cosas que no han ocurrido. Mis espectáculos están siempre enfocados al público. Cuento con perfiles muy distintos y todos se quedan con la misma cara de asombro. Lo mejor de la magia es eso.

El espectáculo que va a representar en Elche se llama Palabra de mago

Los magos somos los más honestos. Engañamos al público con el fin de ilusionarle. A la gente le encanta dejarse seducir por la magia y entra en los engaños. Somos tramposos-honestos. Cada vez hay menos desconfianza hacia nosotros porque se entiende el juego. Muchos de nuestros engaños psicológicos son utilizados en política y publicidad para ganar votos o vender productos. Los reconozco enseguida y puedo decir que nuestro fin es mucho más noble.

¿Cuál es la forma de entrenarse para un ilusionista?

Hacemos ensayos y vamos probando los trucos. La mejor manera de ensayar siempre es con público, en casa no funciona igual. Los espectadores son los que te dicen si algo es bueno o te lo tienes que replantear. Nuestro truco de Facebook, por ejemplo, lo hemos estado probando durante cinco años, hasta conseguir lo que queríamos. El público está vivo y cada día es distinto.

El monologuista JJ Vaquero es uno de los guionistas de su espectáculo, ¿hay mucha relación entre el humor y la magia?

Sí, al menos en nuestro espectáculo hay mucho humor. JJ Vaquero es buen amigo y un superdotado de la comedia. Es guionista y ha escrito obras de teatro y programas de televisión. Ha conseguido que mis textos tengan un toque canalla. En la actuación explico algunas partes de mi vida y cómo crecí siendo mago. Siempre había apostado por obras más visuales y ahora le he añadido un punto de humor.

David Copperfield ha comprado los derechos de su truco sobre Facebook, ¿qué ha supuesto esto para usted?

Es un lujo, todo un honor. Desde niño he crecido viendo sus programas. Nunca pensaba que acabaría colaborando con mi ídolo. Un día me llamó por teléfono y pensaba que era una broma. Me preguntó por mi truco porque lo había visto en YouTube y quería comprarlo. Desde entonces, mantenemos una buena amistad, hemos colaborado y voy muchas veces a verle a Las Vegas. Hablo todas las semanas con él y puedo ver de cerca cómo trabaja el mejor mago.

¿Existe un comercio entre magos a nivel mundial?

Sí que patentamos nuestras ideas y se las ofrecemos al resto. Hay un mercado grande en el mundo de la magia, ilusionistas que desarrollan ideas y las venden. Existe una ética profesional, aunque siempre hay alguna oveja negra que se la salta y se dedica a copiar. Los demás magos lo denunciamos, tenemos mucho cuidado para no copiarnos. Somos un colectivo que nos comunicamos mucho, y nos reunimos en congresos. Nuestro mundo es relativamente pequeño y nos conocemos casi todos.

Sus actuaciones le han llevado desde Las Vegas hasta Shanghái, ¿cambia mucho el público de unos países a otros?

Cambia bastante. En Asia son de aplaudir mucho. En Europa somos más calmados, no regalamos un aplauso y, cuando lo hacemos, es de verdad. En la India me sorprendió que no aplaudían nada. Me explicaron que su forma de mostrar admiración es con el silencio. También actúe delante de unos masais que se fueron corriendo porque pensaban que yo era un brujo.

Si un truco no sale, ¿los espectadores son comprensivos?

Hacemos cosas difíciles y podemos fallar. Los espectadores tienen mucha complicidad con nosotros y perdonan los errores. Lo que no perdonan es el aburrimiento. También hay fallos que pasan desapercibidos porque nos rehacemos rápido. Si no muere nadie en el escenario, los errores no son dramáticos.

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