El atraco frustrado en una entidad bancaria mantuvo ayer en vilo a vecinos y comerciantes de los alrededores de la calle Lepanto. Los establecimientos optaron en su mayoría por echar la persiana ante el temor de que el hombre también acudiera a sus comercios para pedir dinero. El cordón policial instalado en los alrededores también impidió el paso de clientes, por lo que todos estuvieron en vilo durante cerca de una hora, hasta que logró resolverse la situación. «Al escuchar el alboroto y ver que era un atraco, todos hemos echado la persiana. Hemos pasado miedo, porque hemos visto salir muy afectadas a las dos empleadas del banco, y, por un momento, nos hemos temido lo peor», señaló una dependienta de una tienda que se encuentra frente a la sucursal donde se produjo el suceso.

Un bar de las inmediaciones, que también echó el cierre, sirvió para atender a las dos empleadas por esta crisis de ansiedad. Los agentes aconsejaron a los comerciantes que no abrieran hasta que concluyeran las negociaciones con el detenido, para garantizar su seguridad y no poner nervioso al hombre que se encontraba en el interior del banco.