La Policía Nacional detuvo el hace unos días a un hombre de 42 años tras pegar en varias ocasiones a su pareja, con la que convivía pese a tener una orden de alejamiento por una denuncia anterior. Los hechos tuvieron lugar el pasado miércoles cuando, de madrugada, y tras una discusión, el detenido abandonó la vivienda y puso un palillo en la puerta, en la parte exterior del domicilio, con el fin de comprobar si entraba o salía alguien de la casa. Al llegar algunas horas después, el palillo se había caído, y el hombre reaccionó de forma desmedida al sospechar, injustificadamente, tal y como manifestó la víctima, que la mujer había salido o había dejado entrar a alguien.

En ese momento, el arrestado la cogió del cuello y la zarandeó varias veces, tras lo que le dio un fuerte puñetazo en un pecho. Más tarde, volvió a agredirla, esta vez tirándola de la cama, insultándola y subiéndose encima de ella, según relató la víctima. Tras esto, la volvió a coger del cuello, hasta que logró soltarse, momento en el que fue golpeada de nuevo.

En este momento, intervino la hija de la mujer, de solo 13 años de edad, que trató de encararse con la pareja de su madre para que parara. Sin embargo, lejos de detenerse, el agresor la amenazó y le levantó la mano, si bien no llegó a pegarle. La joven sí manifestó a los agentes que este hombre les hacía la vida imposible, por las continuas amenazas y el miedo con el que convivían madre e hija día tras día.

Las agresiones y las amenazas venían desde muy lejos. Ya en octubre la víctima interpuso una denuncia, tras la que se dictó una orden de alejamiento. Sin embargo, el detenido siguió conviviendo con ella y con la hija, menor. La denuncia se interpuso tras la llamada de una vecina que escuchó las discusiones en la vivienda. Tras la intervención policial, la víctima narró todos estos episodios de violencia, que se remontan a mucho tiempo atrás. Además de golpearla a ella, la agresividad se extendía con el mobiliario del domicilio, hasta el punto de que había destrozado varias puertas por ataques de celos que, tal y como recuerdan desde la Ciudad de la Justicia de Elche, en ningún caso justifican los comportamientos violentos y obsesivos de los agresores machistas.

El fiscal pidió en un primer momento un año de prisión por quebrantar la orden de alejamiento, pero el juez la redujo al haber conformidad por parte del agresor. Además de la pena de prisión por saltarse la orden, tendrá que cumplir 100 días de trabajos en beneficio de la comunidad por las agresiones. La orden de alejamiento, además, se ampliará a cuatro años, por lo que durante ese tiempo no podrá acercarse ni comunicarse con la víctima.