Como cada año, San Crispín salió ayer a las calles de Elche. El típico almuerzo de coca y las habituales chinchetas, que se recogen en el banco de trabajo del patrón de los zapatero, son el símbolo de los festejos en honor a este santo. Y es que el patrón del gremio zapatero, emblema de la localidad ilicitana, celebró ayer su tradicional romería, día álgido de sus fiestas, que sirve de inicio para el popular almuerzo posterior en el que participaron cientos de ilicitanos que acudieron en compañía de sus familiares o amigos.

La soleada mañana animó a los ilicitanos a participar en masa, pero fueron muchos más los que se unieron en el almuerzo. Ya sea más elaborado o a base de la tradicional coca, los asistentes disfrutaron del domingo. De hecho, en las inmediaciones de la ermita de San Crispín instalaron el típico mercadillo en el que hubo puestos de comestibles, pero también de complementos y accesorios para llevarse un recuerdo a casa. Las calles del barrio de Carrús y alrededor de la ermita se llenaron de familias que tomaron el almuerzo en armonía.

Las personas más devotas esperaron su turno para recoger las codiciadas chinchetas o tachuelas, tradicionales en la romería de San Crispín, que son las que se utilizaban antiguamente en el oficio del calzado para elaborar los zapatos. Estas piezas se pudieron recoger, después de la misa, para que no falte el trabajo a ningún miembro de la familia.

Y como de zapateros iba la cosa, al acto no faltaron el pregonero de las fiestas y presidente de la Asociación de Empresas de Componentes del Calzado, Manuel Román, y la presidenta de la Asociación Valenciana de Empresas de Calzado, Marián Cano. Una muestra de que el sector, pese a su retroceso, es clave en la economía de la ciudad.