Los tres acusados del secuestro de un receptor de droga, que optó por venderla por su cuenta, se han conformado con dos años de prisión al pactar con Fiscalía en el transcurso del juicio que ha acogido estos días la Sección Séptima de la Audiencia Provincial, con sede en Elche. Pese a que en un primer momento se enfrentaban a una pena mayor, de entre tres y nueve años -otras cuatro personas estaban acusadas de tráfico de drogas-, el retraso en la celebración del juicio, de ocho años, obligó al fiscal a reducir la pena hasta los dos años. Los hechos se remontan a 2009, en Crevillent. Siete personas han sido juzgadas por tráfico de drogas, con secuestro incluido. Uno de los acusados, que trabajaba a modo de intermediario, contactó con otro para que recibiera en casa el motor de un barco procedente de Perú, con seis kilos de cocaína. Cuando llegó la droga, el receptor se quedó con la mercancía. El enfado de los traficantes culminó en su secuestro, como pudo demostrarse en el juicio esta semana.

Más acusados

Otro de los traficantes se ha conformado con una pena de dos años y once meses de prisión, superior a la de los otros tres acusados. Un quinto integrante no se ha conformado, y habrá que esperar a la sentencia para conocer la pena. Sin embargo, el ideólogo de la operación se encuentra en paradero desconocido, por lo que no ha podido ser juzgado. Por último, la pareja de este, y acusada de la operación de tráfico de drogas, ha sido absuelta al demostrarse que se mantuvo al margen de estos hechos y no participó en la operación, según trasladaron fuentes judiciales a este diario.

El acuerdo con la Fiscalía supondrá para tres ellos la suspensión de la pena de prisión, al no superar los dos años. Esto supone solo un tercio de los seis años que pedía el fiscal, debido a la aplicación de ese atenuante de dilaciones indebidas.

El secuestro en este tipo de casos en los que el intermediario se queda la mercancía forma parte de modus operandi de este tipo de bandas. El hecho de que la mercancía viniera escondida en el interior de un motor es una muestra de que se trata de profesionales de dedicados al tráfico de estupefacientes, ya que es una artimaña muy sofisticada como para tratarse de traficantes habituales, según apuntaron fuentes judiciales.