La granada, el fruto por excelencia de la ciudad, también ve peligrar su cosecha del próximo año por la sequía. Las lluvias de este verano permitieron aumentar «in extremis» el calibre de la variedad mollar. Aun así, se redujo ligeramente la producción con respecto al año anterior, y este descenso podría pronunciarse todavía más si no se garantiza el agua para este año.