Cristina tiene 16 años, es alumna de primero de Bachillerato del instituto Cayetano Sempere y fue una de los cerca de 60 estudiantes, divididos en dos grupos, que ayer se desplazaron hasta la primera planta del edificio de consultas del Hospital General de Elche para aprender a realizar una reanimación cardiopulmonar (RCP) básica y a manejar un desfibrilador. Y, sobre todo, a quitarse el miedo y desprenderse de la idea de que uno no puede hacer nada.

«Es muy interesante. Incentiva a los jóvenes a adoptar medidas en caso de emergencia. Es un curso bastante ameno y muy instructivo. Yo me veo capaz de hacerlo», señala esta joven. «Deberían hacerse más este tipo de iniciativas. Pasa más de lo que pensamos», comenta a su lado su amiga Itziar.

Tras una primera explicación que el doctor Francisco Coves les dio, con diapositivas incluidas, en el hall de la Unidad Integral Ambulatoria Especializada (UIAE) -y ante la sorpresa de usuarios que acudían a consulta e idas y venidas del personal del complejo hospitalario ante esta clase improvisada-, los alumnos pasaron a la parte práctica: tratar de reanimar a varios maniquíes en el suelo.

«Me interesa porque así de cara al futuro ya sabes cómo reaccionar», apuntaba Juan Pedro, otro alumno, mientras que su compañero José recordaba cómo un familiar suyo supo intervenir cuando una persona se atragantó. «Está bien y es necesario que nos informemos. Es bastante útil y no es complicado», agregaba el alumno.

La enfermera Cristina Huerta fue la primera en ayudar a las tres primeras voluntarias a la hora de practicar con los muñecos. «¿Qué es lo primero que hay que hacer? Lo primero llamar al 112, pedir ayuda. Lo segundo, ver vuestra seguridad cuando estéis socorriendo a alguien. Lo tercero, ¡oiga, oiga!, ver si está consciente y respira», indicaba la enfermera de rodillas junto a las alumnas de este instituto, el primer centro de Elche con el que se realiza esta formación y que, en un futuro, podría atraer a otros centros de enseñanza.

«La experiencia es muy positiva. Muchos tienen miedo, piensan que no pueden hacerlo, o van a hacer daño, o que no hay nada que hacer», indicó el doctor Coves, quien está convencido de que este tipo de talleres in situ y con muñecos refuerza lo aprendido.

De tres en tres, los alumnos van rotando para imprimir 30 contracciones torácicas y dos respiraciones de rescate, todo ello antes de pasar al desfibrilador, el cual guía perfectamente al usuario sobre cómo actuar. «Estamos haciendo equipo fuera de la UCI», afirmaba la responsable del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital General de Elche, Adoración Alcalá, subrayando así lo importante que es que la población sepa reaccionar para ayudar a salvar vidas.