Una de las causas de este tipo de problema está en que las nuevas generaciones de madres y padres, en comparación con otras décadas anteriores, se preocupan mucho más por el desarrollo social de sus hijos, están mucho más pendientes de detalles que antes no se tenían en cuenta en las familias.

Los expertos insisten en el estudio elaborado en la Universidad Miguel Hernández en que «es normal preocuparse cuando el niño tiene un problema en el colegio, con sus amigos, en los estudios». Pero una cosa es preocuparse por los problemas de un hijo y otra, bien distinta, es intervenir para solucionar el conflicto, cuando se trata de una tarea que debería hacer él mismo, con sus propios medios.

La investigadora de la UMH Mireia Orgilés apuntó que, «si los padres solucionan siempre los problemas de sus hijos, éstos no aprenden a desenvolverse en la vida y se convierten en niños inseguros y dependientes».

Por eso, inciden en el estudio en que es importante prestar apoyo a los hijos siempre que lo necesiten, pero eso no quiere decir que haya que actuar por ellos. «Aunque pueda parecer que al proteger al niño le evitamos pasarlo mal, a largo plazo lo que hacemos es dejarle desprotegido porque de esa forma no le damos la oportunidad de aprender habilidades para desenvolverse bien en la vida», concluyó la psicóloga Mireia Orgilés.