Las consecuencias de los botellones se dejan ver en la vía pública y obligan a los servicios de limpieza a realizar un esfuerzo extra. Donde más se nota la acumulación de suciedad es en los parques. Los vecinos critican la presencia de botellas de plástico y cristal, estas últimas las más peligrosas, porque al romperse pueden quedarse trozos que afecten a los usuarios, principalmente a los niños en las zonas verdes. «Los bancos amanecen llenos de bolsas y de basura, y, aunque es cierto que las suelen retirar, no siempre se da abasto o se quitan antes de que los demás empecemos a usar el parque para lo que realmente está concebido, por lo que la imagen es pésima», aseguró a este diario un vecino de Carrús, que convive prácticamente todos los días con esta imagen.

Lo mismo ocurre en lugares como Candalix, donde las bolsas y las botellas son una constante los domingos por la mañana. «Cristales rotos, todo por el suelo... Puede llegar a ser un peligro si se clavan en las ruedas de los coches. No olvidemos que esto, al fin y al cabo, es un aparcamiento público», señaló otro usuario. Lo mismo ocurre en el Parque Municipal, donde los desperdicios terminan en las acequias, zonas de césped y entre la gravilla, donde es más difícil eliminar los restos de cristal cuando se rompen las botellas, quedando pequeños fragmentos que deslucen la imagen de uno de los puntos clave del centro de la ciudad.