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Los okupas se disparan en San Antón y en Carrús por la cantidad de viviendas vacías

Las autoridades estiman que hay cerca de 100 pisos ocupados y en su gran mayoría son casas viejas, deshabitadas o embargadas por los bancos

Una vivienda ocupada en San Antón, donde han agujereado la pared para pasar las cadenas. matías segarra

El número de okupas se ha disparado en la ciudad en los últimos años debido a la crisis económica, que ha dejado a muchas familias sin recursos y sin vivienda. Un problema social que ha originado que la ocupación de pisos se dispare ante la desesperación de las familias por no tener un techo donde vivir. San Antón, Carrús y Los Palmerales son un buen ejemplo de ello. En estos barrios se concentran una gran cantidad de casas vacías, que los sintecho aprovechan para resguardarse. En su mayoría se trata de casas viejas, abandonadas por los propietarios, bien porque han salido del barrio hacia otros lugares de la ciudad o bien porque pertenecían a personas mayores que, al fallecer, las han dejado en herencia a sus familiares pero no están habitadas. Estas son las que más llaman la atención de los ocupas, aunque también se ha disparado el fenómeno entre la cantidad de pisos vacíos propiedad de los bancos y que, tras efectuar el desahucio a sus propietarios, permanecen desalojadas.

San Antón es un claro ejemplo de este fenómeno. Junto a la Ronda Sur, existe una gran cantidad de pisos viejos, en su mayoría deshabitados, que son el caldo de cultivo idóneo para el fenómeno ocupa. En la calle Palombar, este diario pudo comprobar como en uno de estos edificios, prácticamente la mitad de las viviendas están ocupadas. Reconocerlas es muy fácil: las puertas han sido forzadas, las cerraduras arrancadas, y las cadenas y candados sustituyen ese hueco. Hasta los «inquilinos» han agujereado la pared para arrancar el bombín y poder pasar estas cadenas para asegurar el acceso al interior de la vivienda.

Los vecinos denuncian la inseguridad a la que se ven sometidos como consecuencias de estas ocupaciones, y el miedo con el que residen en sus viviendas, ya que «los ruidos de madrugada hace que nos despertemos sobresaltas y, quien sabe, si cualquier día no acaban forzando la cerradura de nuestras casas, aunque nos encontremos dentro», asegura una residente que lleva en uno de estos edificios viviendo desde que era pequeña.

El problema «empezó hace unos años, y va a más. Aquí la mayoría de gente que vivimos somos gente mayor. Vivimos solos o incluso, algunos ya no están, y es el motivo por el que están vacíos porque los hijos han hecho sus vidas en sus casas y no vienen aquí para nada», añade.

Policiales

Pero, en ocasiones, los propietarios del inmueble sí han acudido a su vivienda, y se han encontrado con estas cadenas que les impedían el paso. «Se llama a la Policía, pero parece que la ley está de su lado. No se les puede echar tan facilmente. Hace poco, una pareja vino al piso que le dejó su madre, para ver si se podía alquilar, reformar o vender, y tuvieron que salir corriendo porque casi los lisian», apunta otro vecino, que prefirieron no desvelar su nombre por miedo a represalias.

Fuentes policiales confirmaron a este diario que, efectivamente, no es fácil proceder contra estos casos, en los que los inquilinos deben interponer denuncia pero los agentes no pueden tirarlos a la fuerza, lo que genera muchos enfrentamientos. Las autoridades policiales calculan que el número de «okupas» en estos barrios supera el centenar de personas, pero podrían ser más porque en muchas ocasiones pasan desapercibidos.

En Carrús el foco está más diseminado, pero se repite el patrón. Casas viejas en edificios parcialmente desalojados que son ocupados por aquellos que no tienen un lugar donde dormir. Al igual que el Los Palmerales, donde los grandes edificios vacíos son un foco de atracción para los okupas.

Lo que pone de manifiesto esta situación es que pese a que el problema de la vivienda ha perdido visibilidad, sigue estando muy vigente hoy en día, y que muchas familias necesitan en techo donde vivir que han perdido como consecuencia de la crisis económica. Sus efectos siguen siendo altamente visibles y a raíz de los datos hace necesario que las autoridades competentes tomen cartas sobre el asunto, por el bien de todos los ilicitanos.

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