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Situación del panorama expositivo ilicitano

Muchas salas, poco criterio

La falta de una programación coherente a la hora de organizar exposiciones acaba repercutiendo de manera negativa en el interés del público

Antonio Agulló con uno de sus últimos cuadros. antonio amorós

Asegura que lleva tres años sin visitar ninguna exposición que se haya hecho en Elche. No es que lo haga porque haya decidido desconectarse del mundo del arte. Sus motivos son otros y están más relacionados con la calidad expositiva de la ciudad. Y, sobre todo, con la falta de criterio a la hora de planificar lo que se quiere exhibir en los museos que hay repartidos por el territorio ilicitano. Este es el sentir del pintor Antonio Agulló pero bien puede trasladarse a la mayoría de sus colegas del campo artístico, con los que ha hablado este diario.

Junto a Agulló, Joan Castejón, María Dolores Mulá, Fernando Sánchez y Juan y María Dolores MuláFernando SánchezSol Pérez son una gran representación del talento local y buenos conocedores del panorama expositivo ilicitano y de los volantazos que se han ido dando a lo largo de los años. Aunque hablen de tiempos de sequía, ven resquicios para no arrojar la toalla. Sobre todo por el empeño de los artistas de Elche en continuar sacando sus proyectos adelante y en la gran cantidad de salas que hay en la ciudad y que suponen un contenedor excelente, que hay que llenar con criterio y coherencia.

Desde el Museo de Arte Contemporáneo de Elche (MACE) hasta L'Escorxador, pasando por otras salas, como el Centro Municipal de Exposiciones, La Calahorra, la Lonja Medieval o la Antigua Capilla de la Orden Tercera Franciscana, Elche cuenta con recintos de sobra en los que ofrecer la mejor cara de las artes plásticas. «El problema es que las muestras que se hacen tienen poca calidad y todo se convierte en un batiburrillo que no hay por dónde cogerlo», proclama la ceramista Sol Pérez, que actualmente exhibe su nueva colección de cerámicas, fotografías y acrílicos, Marítimus, en la Universidad de Alicante.

En la misma línea apunta María Dolores Mulá. La pintora echa de menos que Elche haya «dejado de ser un referente cultural, con una programación vanguardista y actual» y lamenta que los políticos no se dejen asesorar por profesionales. Otro error, desde su punto de vista, es el hecho de que las exposiciones temporales que acoge la ciudad tengan una duración de tres meses y no de uno sólo, lo que aportaría más dinamismo y contribuiría a regenerar constantemente el interés artístico de los ilicitanos.

Desde su retiro en Dénia participa en el debate Joan Castejón, cuya carrera creativa está reconocida a nivel internacional. Centenares de obras le han llevado a exponer en museos tan prestigiosos como el MOMA de Nueva York. En su opinión, el MACE «debería ser dinámico y dar paso a los más jóvenes». «Es un proyecto susceptible de ser mejorado. Su colección es interesante pero debe ser fusionada con la de otros artistas más recientes. Si los centros culturales no cumplen con su discurso contemporáneo, se quedan en algo testimonial», añade.

El diagnóstico que traza Fernando Sánchez y Juan no es mucho más optimista que el de sus compañeros. El artista considera que existe un importante déficit en cuanto a las exposiciones de pintura que se hacen en Elche y responsabiliza, de forma directa, al Ayuntamiento, al que le pide una implicación mayor a la hora de apoyar y promocionar a los creadores locales. «Me gustaría que desde la Concejalía de Cultura nos ofrecieran una ayuda de forma visceral y no testimonial», subraya el reconocido autor.

Los cursos y las escuelas que se han ido perdiendo con el paso del tiempo, muchas de ellas engullidas por la crisis económica, también provocan una enorme tristeza en el seno de los artistas. Una de las ausencias que más duele es la de la Escuela de Pintura del Hort del Xocolater. «Era una plataforma de bienestar y conocimiento artístico para todos nosotros», recuerda una María Dolores Mulá que fue alumna y profesora de la propia escuela.

La pintora es una de las voces más vehementes a la hora de analizar el actual panorama expositivo de Elche. La artista considera que «las personas que dirigen la ciudad tienen que querer lo mejor para ella y, en este sentido, no se pueden olvidar del arte». Echa en falta una programación de calidad, con exposiciones de obra local y foránea «que sean del interés de todos aquellos ciudadanos que no pueden viajar». También lamenta que los rectores políticos no cuenten con la opinión de unos artistas locales que pueden aportar «la visión de un especialista con conocimiento de causa».

En este punto, como en la mayoría de su discurso, coincide con el pensamiento de Sol Pérez. La ceramista considera que hay salas, como la Lonja Medieval o la de la Orden Tercera, a las que se les puede sacar más partido. También lamenta que la Universidad Miguel Hernández «dé la espalda al pueblo ilicitano en lugar de involucrarse con él y con su arte» y comparte su malestar por algunos colegas a los que considera ninguneados, como son los casos de Ramón Urbán -«Un artista de categoría internacional que nunca ha expuesto en Elche»- o Albert Agulló, miembro fundador del Grup d'Elx «cuya última antológica tuvo que exponerse en el Casino».

Joan Castejón cree que es muy difícil que se recuperen las asociaciones de artistas plásticos como el Grup d'Elx. «Los creadores somos muy individualistas y rápidamente nos mosqueamos unos con otros. Sólo lo vería posible si se tratara de una experiencia empresarial», comenta antes de añadir que «no estaría mal que la Administración pública adquiriera más obras de los artistas ilicitanos».

Que el problema de Elche no son sus espacios expositivos es algo en lo que coinciden los cinco artistas. «Hay salas suficientes para atender las necesidades culturales de la población, el gran problema que tenemos es que no contamos con una programación de carácter estable. No sigue ninguna dirección y todo se hace de forma anárquica, lo que acaba repercutiendo negativamente en el interés del público», expresa un Fernando Sánchez y Juan que, al igual que María Dolores Mulá, también nota una falta de implicación por parte de los políticos a la hora de diseñar proyectos en común.

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