Hubo un tiempo en el que no existía ninguna multinacional sueca ni cadenas de venta de muebles low cost y, directamente, cuando las sillas perdían lustre, se encordaban en casa. No estaba la cosa para dispendios. Tampoco existían los videojuegos ni los ordenadores, pero sí las tabas y los cromos. Los hornos eléctricos incluso eran un lujo al alcance de muy pocos. Ahora, el Museo de Pusol, fiel a su cometido de recuperar oficios y tradiciones, ha programado un ciclo de talleres que se desarrollarán a lo largo de este curso, complementando así las visitas tanto de los más pequeños como de los grupos de visitantes un poco más mayores.

No es ésta la primera vez que el Museo de Pusol ofrece talleres. De hecho, en esta ocasión repiten algunos de los que más éxito han tenido en los últimos tiempos, como los de juegos tradicionales, donde entran tabas u osaletes, cromos, el tanganillo o el escubidú. No son los únicos: también vuelven a programarse los de rizado de palma blanca o los de elaboración de ambientadores con hierbas aromáticas. Sin embargo, como novedad, este año también habrá otros sobre encordado de sillas con esparto o sobre recetas tradicionales en horno leña, en las que entran la coca a la calda, sobre palmas y cascabots de palmera.

No será el único estreno de este curso. El director del Museo de Pusol, Fernando García Fontanet, avanza que ya se ha comenzado a trabajar en los espacios de almacenamiento de los fondos, para que en cuestión de poco tiempo algunos se puedan abrir a las visitas. Incluso han empezado a buscar emplazamiento para carros y tartanas, y también para la gran maquinaria agrícola d0nada para que pueda formar parte de los itinerarios por el centro, sea para el público en general, sea para los investigadores. De momento, ya se ha empezado a recuperar una gran trilladora con un tractor o un telar manual con el que se hacían alpargatas, dentro de ese reto de preservar tradiciones y memoria.