Las plagas de palomas están dando en los últimos meses más de un dolor de cabeza a la empresa encargada del control de plagas en la ciudad. Estos animales, que tradicionalmente se han emplazado en el Parque Municipal, están formando colonias en otras zonas de la ciudad, con los problemas que esto conlleva. No solo a nivel estético por nidos y excrementos en fachadas y plazas, sino porque las palomas son portadoras de numerosas enfermedades infeccionas que, sin el debido control sanitario, podrían ser un problema para los residentes en estas zonas.

Un ejemplo de cómo se han propagado estos animales en la ciudad se encuentra en la Plaza de Castilla o en Obispo Siuri. Según señalan desde la empresa que extermina las palomas en la ciudad, en el último año se han puesto numerosos cebos en barrios como El Pla, la zona nueva de Altabix o Carrús, pero no es sencillo atraparlas y, además, en muchas ocasiones son los vecinos quienes no lo ponen nada fácil. La corriente animalista ha hecho que sean los propios vecinos quienes quitan las trampas, señalan desde la mercantil. En otras ocasiones, cuando reciben llamadas por nidos o colonias en algún edificio, «cuando nos ven venir, las ahuyentan, para que no las cojamos», añaden desde la empresa.

Por tanto, su control se ha vuelto una tarea difícil en la ciudad, pues a esa falta de colaboración vecinal se suma el hecho de que «a veces son los propios vecinos quienes las atraen y les dan de comer. Un ejemplo está junto a la calahorra, donde «no hay día en el que no les echen pan, por lo que los animales vienen en manada a comer y, como ya lo saben, se acercan todos los días.

Las enfermedades contagiosas que propagan estos animales pueden adquirirse mediante el contacto de heces o contacto directo, de ahí la necesidad de extremar las precauciones y controlar las plagas. Los focos no son fijos, pues «lo mismo hacen un nido en Carrús y al poco lo abandonan para trasladarse a otro lugar de la ciudad, seguirlas es muy complicado». Por eso, se han instalado cerca de una decena de cebos en puntos calientes, y el resto se va alternando observando el comportamiento de los animales y atendiendo a las llamadas vecinales.

Complejidad

A la dificultad en su captura se suma la complejidad en su eliminación. Precisamente por ese alto índice de enfermedades contagiosas, se considera un residuo biológico peligroso, por lo que una vez capturadas, han de ser trasladadas a València para su eliminación, de forma segura. Su control sanitario es muy complejo, señalan desde la mercantil, por lo que no se pueden devolver a otro hábitat o trasladar a protectoras de animales. Una labor cada vez más complicada que se va extendiendo a otras zonas de la ciudad sin control, y que hace que se deriven muchos esfuerzos por su peligro sanitario para toda la población ilicitana.