Es una persona atípica y lo reconoce sin tapujos. Un caso único el de Carlos Bordonado (Elche, 1982), un hombre que compagina su labor al frente de la iglesia luterana (Icremm) en España con las clases de artes marciales que imparte por las noches en su escuela en Hondón de las Nieves. A todo esto le añade la profesión de médico psiquiatra, con la que se gana la vida. «Nosotros no hacemos voto de castidad como los católicos pero sí que llevamos en serio el voto de pobreza. Así que tengo que vivir de la psiquiatría», explica.

Algunos de sus jóvenes alumnos le llaman «fray kung fu» o «padre kung fu». Incluso están los que son más osados y se atreven a decir que «reparte hostias» en todas las modalidades. «Igual que hay curas a los que les gusta el fútbol, a mí me llaman la atención las artes marciales», asegura. Estos conocimientos los adquirió en su formación inicial, ya que fue educado en la cultura budista entre los 5 y los 20 años. «Luego hubo un punto de inflexión en mi vida y me planteé la existencia de Dios», añade.

Llegados a este punto, inició sus estudios de Teología en Barcelona, en los que conoció diversas corrientes cristianas, como la católica, la luterana o la ortodoxa. «Nunca me había llamado la atención la tradición católica romana porque no comparto ciertos aspectos como que los sacerdotes no se puedan casar o que la mujer no esté a su mismo nivel». Así argumenta su elección por la que fue consagrado como obispo en la iglesia luterana.

En Hondón de las Nieves ofrece su peculiar tres en uno: consulta de psiquiatría, escuela de artes marciales y despacho parroquial. «No separo mi ministerio sacerdotal de las clases de artes marciales o el servicio médico. Va todo unido y no evangelizo a nadie», cuenta este maestro de técnicas orientales como el kung fu, el tai chi o el chi kung.

El ilicitano es el máximo representante en España y Portugal de los protestantes luteranos, cuya sede está en la catedral de Colonia, y su labor le obliga a pasar mucho tiempo fuera de casa. Especializado en demonología o, como él propio dice, «en ayudar a la gente que sufre males espirituales», asegura haber participado en más de 3.000 exorcismos, «30 de ellos de extrema violencia». Las personas que le llegan pidiendo este tipo de auxilio responden a tres patrones: han tenido problemas con la droga o el alcohol, han formado parte de algún tipo de secta o han coqueteado con la magia negra.

La iglesia luterana cuenta en España con cincuenta sacerdotes y unas 2.000 personas siguen esta religión en nuestro país, aunque en verano son más los que la practican por la llegada de turistas procedentes de países como Alemania u Holanda. En Elche no tiene un templo propio y el más cercano se encuentra en Alicante, donde se comparte una capilla con los anglicanos. Su comunidad más amplía en la provincia está situada en Benidorm y los mayores focos a nivel nacional se hallan, como es lógico, en Madrid, Barcelona y Valencia.

Bordonado sostiene que la iglesia luterana mantiene una relación fantástica con otras religiones, especialmente la católica, y pide separar a los musulmanes de los «terroristas que ensucian el verdadero mensaje del islam». Por último, desmiente ciertos mitos alrededor de los protestantes, como que no creen en la Virgen María, que tienen mala relación con la comunidad judía o que sólo acogen homosexuales.