Con solo mirar al cielo durante los primeros 24 días de agosto es suficiente para tratar de predecir el tiempo de todo un año. Así son las cabañuelas y así han sobrevivido durante siglos en Elche. Una fórmula inspirada en la más pura observación, que muy pocos la mantienen viva y que se encuentra casi en peligro de extinción.

A sus once años, Héctor Maciá ha cogido el testigo de su abuelo, el agricultor Pascual Román que con 82 años de edad lleva prácticamente toda su vida pendiente del tiempo cuando llegan estas fechas. Él también lo aprendió de su abuelo en plenos años cincuenta, quien tenía una «chuleta» detrás de la puerta para no perderse con las cuentas de cada día cuando llegara agosto. Y es que, lo extraordinario de este ritual, a parte de adivinar si lloverá, hará frío o calor en los meses venideros es que muy pocos saben manejar esta técnica casi ancestral y que se necesita muy poco. Basta con estar atento del 1 al 24 de agosto y una libreta para hacer todas las anotaciones.

De nuevo, las cabañuelas han permitido hacer ya un pronóstico del tiempo para los próximos doce meses. El resultado: un año muy nublado y con pocas precipitaciones. «Es el primer mes de agosto en 40 años que hemos tenido todos los días nublados y eso puede decir mucho», apunta Román.

En sus libretas, los agricultores del Camp d'Elx Pascual Román y Juan Quirant reflejan cuándo traerá agua el cielo. Será en septiembre, febrero, abril y mayo. Esos serán los meses lluviosos del año, el resto, según las cabañuelas, serán secos.

«Se presenta un invierno con mucha humedad y nubes. Similar al del año pasado», señala Román. Para la primavera, auguran inestabilidad y para el verano calor y sequía, aunque con un mes de junio que podría traer precipitaciones.

Con estas predicciones sobre las líneas de sus libretas, los «guardianes» de esta tradición trasmitida de padres a hijos defienden que el porcentaje de acierto es alto y que la fiabilidad del ritual es elevada. Eso sí, sostienen el dicho de que «hace un tiempo de locos» y que el cambio climático y la climatología cambiante que sufrimos desde hace años afecta a las predicciones. «Cuando mi abuelo vivía no había errores, hasta los pájaros anunciaban la llegada de tormentas. Ahora eso no pasa», recuerda Román.

Sea como sea, lo que tienen muy claro es que las cabañuelas forman parte de la cultura del Camp d'Elx que han guiado a los agricultores de antaño hasta el momento. «Antiguamente no teníamos hombre del tiempo, no se sabía nada como ahora, antes de regar nos esperábamos a ver qué decían las cabañuelas, no fallaban», confiesa Pascual Román.