La cita de la pólvora por excelencia en Elche dejó anoche 43 heridos leves por caída de cañas o quemaduras ocasionadas por los artefactos pirotécnicos. La Nit de l'Albà se saldó solo, según han informado esta mañana fuentes municipales y sanitarias, en una rueda de prensa en el Ayuntamiento, con incidencias leves y ninguna grave. Entre los accidentados se encontraba un bebé de un año, el primero en ser atendido a las 23 horas, así como un hombre de 66 años, el último a las 3.20 de la madrugada, que tuvieron que ser atendidos en el Hospital del Vinalopó, pero ninguno de ellos fue hospitalizado.

El lanzamiento ilegal de carretillas fuera de la zona acotada acabó con dos detenidos, después de que los artificios explosivos ocasionaran molestias a vecinos y conductores en la zona de Clara Campoamor, ya de madrugada.

En el Parque de Bomberos de Elche las salidas comenzaron a ser casi continuas a medida que entraba la noche. La mayoría por fuegos o conatos de incendio en matorrales, como los registrados en el Clot de Galvany o en la ladera del Vinalopó por el lanzamiento de petardos. Ninguno de ellos de gravedad.

El férreo control de seguridad marcó estuvo muy presente a lo largo de la jornada, incluso mucho antes de que comenzara la Alborada. De hecho, se prestó especial atención al lanzamiento de las carretillas fuera de la zona acotada con un dispositivo de carácter preventivo impulsado por el Ayuntamiento de Elche.

En total, fueron 350 los efectivos que velaron ayer por la seguridad en el término municipal ilicitano, entre Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Autonómica, Policía Local y Protección Civil, además de sanitarios. Desde primera hora de la tarde, agentes patrullaron a caballo por el casco antiguo para disuadir a aquellos que comenzaban a tirar cohetes y petardos en plena calle.

A medida que entraba la noche, el despliegue de seguridad alcanzaba una mayor vistosidad. En la calle Maestro Albéniz un puesto de mando avanzado comenzaba a coordinar el operativo, respaldado también desde la Jefatura de la Policía Local. Horas más tarde se extremaba la vigilancia en el Hort del Monjo, en el Raval, zona acotada para el lanzamiento de uno de los artefactos más conflictivos de la noche.

Punto neurálgico

Allí, ya de madrugada, alrededor de un centenar de personas participaron en la tradicional «carretillà», conocida popularmente como la guerra de carretillas. Antes de que cada uno de los participantes accediera al recinto, los agentes realizaron controles para comprobar que los asistentes tuvieran el carné de carretillero y la ropa adecuada para prevenir quemaduras. También revisaron mochilas para comprobar que el material pirotécnico cumplía con la normativa europea.

Durante las inspecciones, los agentes también revisaron que las carretillas no llevaran trueno, ya que, por su peligrosidad, está prohibido su lanzamiento también en la zona acotada.

Los hospitales de la ciudad también se prepararon para vivir una de las noches más intensas del años. De hecho, aunque el número de heridos por quemaduras de pólvora ha caído notablemente en los últimos años, tanto el General, como el Vinalopó, focalizaron los refuerzos en Traumatología y Oftalmología, ya que las incidencias más habituales que llegan hasta los centros sanitarios están relacionadas con los taumatismos por la caída de cañas y las lesiones oculares.

La Unidad de Mano y Cirugía fueron dos de las especialidades que también contaron con un mayor despliegue de sanitarios dispuestos para atender los pacientes más graves.