La palma de San Juan, uno de los símbolos más reconocibles del Misteri d'Elx, se comenzó a preparar ayer en la Casa de La Festa de forma tradicional, a mano, como viene siendo habitual, dos días antes de que comiencen las escenificaciones en la basílica de Santa María. La familia Antón, desde hace décadas, asume esta labor de forma paciente, artesanal, con gusto, pero también, al final de la faena, con callos en las manos, y algo cansada la vista de tanto fijarse.

Ana Antón Díez recuerda que a los 12 años ya ayudaba a su familia a preparar este elemento imprescindible para las representaciones. «Yo también, casi con esa misma edad, ayudaba a mis padres. Luego, mis hermanos y yo, asumimos la tarea. Y ahora también han recogido el testigo, entre otros, mi hija, que es la titular, y su marido, Alejandro Caballero», indica Luis Antón Latour mientras corta las tiras de oropel para los adornos.

En realidad, la palma de San Juan son seis palmas. Se preparan tres para cada una de las jornadas del 11, 12 y 13, cuando tienen lugar los ensayos generales. De cara a los días grandes, el 14 y 15, para La Vespra y La Festa, se utiliza una única palma, que es la que sale también en la Procesión de la Virgen por la calles de Elche, que incorpora más oropel y que está adornada con el lazo azul, el color de la Virgen. Las otras dos palmas se dejan preparadas en reserva, por si ocurre cualquier percance.

La palma que portará San Juan suele tener más de tres metros de altura. La mejor, la menos flexible, la de mayor hoja y de mejor calidad, se reserva para los días 14 y 15. Es cuando más trabajo soporta, puesto que no solo tiene que durar dos días, sino que cambia muchas veces de mano, hay que subirla a la cúpula de Santa María para que la baje el Ángel en la Mangrana, y además tiene que salir en la Procesión de la Patrona y sobrellevar las altas temperaturas en el templo. «La palma sufre mucho, por eso se escoge la más recta y dura posible», remarca Ana Antón

Y es que la palma más especial reposa durante la noche con el aire acondicionado puesto de la Casa de La Festa para que no se reseque, un mimo que se le da desde que el Ayuntamiento facilita al Patronato éste y el resto de ejemplares, ya con su característico color blanco después de recibir un tratamiento con azufre en cámaras herméticas.

Prácticamente unas tres horas suelen tardar tres personas en tener prácticamente ultimadas las seis palmas. Las de los tres primeros días incorporan algo menos de oropel, entre 400 y 450 trozos, frente a las preparadas para la representación genuina, que suelen llevar grapados entre 800 y 900 trozos. Cuando han cumplido su fin, se deshojan y se preparan en montones de 70, 80 o 100 unidades para entregar al personal de la Casa de La Festa, tramoyistas, camareras de la Virgen, cantores, asistentes a las escenificaciones y a los invitados en las tribunas. Son las populares, bendecidas y tan demandadas palmitas de San Juan.

«Es una rutina agradable. Da su trabajo, pero tiene su recompensa», concluye Luis Antón.