Los bandos de la cruz y la media luna escenificaron ayer las batallas libradas hace siglos por el control de la Villa de Elche, durante la embajada que acogió anoche el Palacio de Altamira. Una lucha que conquistó un año más al público, en un entorno que, por sí solo, hace a los visitantes retrotraerse hasta los tiempos en los que Moros y Cristianos pugnaron por el control de la ciudad.

El público y los festeros no dejaron de mirar al cielo minutos antes del espectáculo. Los frecuentes rayos amenazaban con tormenta pero las nubes dieron tregua al acto, que se salvó de las lluvias, al menos hasta el final de la Embajada Cristiana, puesto que minutos antes de concluir comenzó a chispear sin interferir el desarrollo del evento. Instantes después la lluvia comenzó a intensificarse, tal y como apuntaba la previsión meteorológica.

Este año, los niños adquirieron especial protagonismo entre los cerca de 150 festeros que participaron en el acto, cerca de una decena por comparsa. La embajada mora llegó a las puertas del castillo y, tras pedir la presencia del alcaide de la ciudad, comenzó una batalla con el bando cristiano que acabó con la conquista de la ciudad por parte de los de la media luna. Una invasión que finalizó en el siglo XIII, en la época de la Reconquista, y que también tuvo su espacio anoche cuando, el rey Jaume I, mediante del diálogo y, esta vez sin batallas, recupera el control de la ciudad. Un rey que cada año es representado por un festero en reconocimiento de su entrega a las celebraciones, y que este año recayó en Pedro Bernabé, de la comparsa Musulmanes Almorávides.

Los espectadores pudieron contemplar también la representación de un poblado cristiano, al inicio del espectáculo. Los más pequeños fueron los encargados de dar vida a un pueblo que tuvo que huir con la llegada de las tropas del bando moro. Como novedad este año, las mujeres también tuvieron un papel destacado, ya que la toda la escolta del capitán moro estuvo formada íntegramente por guerreras.

Su llegada al castillo fue el inicio del conflicto, pues tras pedir el embajador moro la presencia del alcaide, se inició un parlamento que fue elevando el tono a medida que pasaron los minutos hasta que arrancó la batalla en la que pereció el embajador cristiano. Este hecho fue el que dio vía libre a los de la media luna para tomar el castillo e iniciar un reinado que se prolongaría durante siglos.

Tras un breve descanso, que sirvió para avanzar cientos de años en la historia, se invirtieron los papeles. Entonces, un poblado formado por niños del bando moro se vio sorprendido por la llegada de los cristianos, que acudieron a reclamar la toma del castillo. Esta vez, el diálogo fue la única arma que se empleó para completar la Reconquista, que se realizó sin derramamiento de sangre, por el bien de ambos pueblos.

Toda una puesta en escena que arrancó los aplausos del público desde el principio del espectáculo, y en la que se dejó ver el empeño por parte de los festeros en los últimos años por mejorar los decorados y de dotar de más realismo el espectáculo. No en vano, ellos son los únicos protagonistas del evento, dando vida a las diferentes escenas. Los espectaculares trajes y el saber hacer de los comparsistas y el entorno único de Traspalacio, sumergieron ayer a ilicitanos y visitantes en la historia que da vida a las fiestas, y que ayer cobró vida durante unos minutos gracias al trabajo de los Moros y Cristianos.

Las celebraciones continuarán hoy con la Entrada Mora, en la que los de la media luna pondrán toda la carne en el asador para ofrecer un excepcional espectáculo.