El presidente Rajoy anunció a bombo y platillo hace justo una semana la puesta en marcha de un plan extraordinario de inversiones público-privadas para la construcción y mejora de carreteras hasta 2021. La inyección total prevista es de unos 5.000 millones de euros. Ante ello, el Ayuntamiento de Elche ha decidido redoblar la presión con la segunda fase de la Ronda Sur, para que entre ya en este macroplan de carreteras, sin necesidad de esperar a ver si realmente Fomento cumple y la infraestructura ilicitana se cuela por fin en los Presupuestos Generales del Estado de 2018. Para lograr su propósito, el alcalde de Elche, Carlos González, tiene previsto elevar a la junta de gobierno local que se celebra esta mañana una moción en la que solicita al Ministerio que se incluya el segundo tramo de la circunvalación, que debe unir la carretera del León con la de Crevillent, en ese plan de inversión extraordinaria en carreteras de alta capacidad, y que, además, el vial ilicitano se acometa a la máxima brevedad posible.

No es el único movimiento que tiene previsto dar el regidor ilicitano. Para reforzar su propuesta, ya se han comenzado a redactar las cartas que se van a enviar en breve al número tres de Fomento, Manuel Niño, que ocupa el cargo de secretario general de Infraestructuras; al delegado del Gobierno en la Comunidad, Juan Carlos Moragues; y a la consellera de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio, María José Salvador. Busca con ello que los tres, en sus respectivos ámbitos de competencias, se alíen con el equipo de gobierno en sus reivindicaciones, y también hagan presión para que Elche consiga sus objetivos.

La moción, que prácticamente se muestra en términos muy parecidos a los de las misivas dirigidas a los representantes del Ejecutivo central y el Consell, comienza poniendo el acento en que el anuncio de Rajoy fue muy claro: el plan se centrará en completar tramos de autovía, y en solucionar los cuellos de botella en algunas carreteras, bien sea con desdoblamientos bien sea carriles nuevos, junto a la adaptación de las autovías a la normativa de emisiones de dióxido de carbono o seguridad, y al mantenimiento de los viales. Y es en eso en lo que se justifica el tripartito para apoyar su demanda. Tanto es así que la propia moción pone el acento en que «consideramos que la segunda fase de la Circunvalación Sur de Elche, cuyo proyecto de trazado ya fue aprobado provisionalmente por la Dirección General de Carreteras y cuya declaración de Impacto Ambiental ha sido aprobada en fecha 19 de mayo de 2017 por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente, reúne todas las características necesarias para acogerse a este Plan de Inversión Extraordinaria».

A partir de ahí, en la moción, se alega que la ronda es una infraestructura imprescindible para la ciudad, y, además, vendría a completar el anillo exterior del casco urbano, aportando fluidez y seguridad vial al tráfico. En esta línea, el alcalde incidía ayer en que, en definitiva, este vial «significa descongestión, fluidez, y sacar tráfico de la ciudad, y, por tanto, evitar emisiones en el núcleo urbano». Dicho esto, puso el acento en que, «para el equipo de gobierno, es una prioridad absoluta, máxime teniendo en cuenta el retraso que ya acumula como consecuencia de lo que consideramos una planificación errónea, al no haber provocado una ejecución sucesiva de la primera y segunda fase». Una «planificación errónea» que atribuyó al Gobierno del PP.

El primer tramo de la Ronda Sur fue inaugurado en marzo de 2015, poco antes de las elecciones municipales, con la presencia de la entonces ministra de Fomento Ana Pastor. Entre 18.000 y 20.000 vehículos pasan al día por esta infraestructura, que, en cualquier caso, está a expensas de que enlace con la carretera de Crevillent a la altura de la carretera del León, con otro tramo de unos 2,4 kilómetros y una inversión de unos 25 millones de euros. De momento, ya se ha aprobado la declaración de impacto ambiental, y ahora los próximos pasos son la redacción definitiva del proyecto y lo que es más importante: la dotación del presupuesto necesario para impulsar el proyecto, y evitar que se eternice en el tiempo, tal y como ocurrió con el primer tramo, cuyas obras se acabaron prolongando siete años.