Lola, el personaje al que da vida la actriz nobel Charo Sánchez, sufre el maltrato de su pareja en un entorno que le resultará familiar al espectador ilicitano. Gran parte de las escenas de la serie Los lobos no ladran se han rodado en el Camp d'Elx. En la ficción también aparecen otros escenarios reconocibles, como El Hondo o el alicantino barrio de San Gabriel. Este wéstern de tintes policiacos recibió anoche un fuerte espaldarazo al ser presentado dentro del marco del Festival Internacional de Cine Independiente de Elche (Ficie).

El director cántabro Fernando Corta, afincado en Alicante, ha terminado el rodaje de la primera temporada de Los lobos no ladran. En total, son doce capítulos de unos cuarenta minutos de duración, fruto de más de un año de duro trabajo. La serie, en la que han participado más de ochenta actores, la mayor parte de ellos de la provincia, está lista para ser estrenada este otoño. Primero lo hará en Alicante y después aspira a ser distribuida en unos 140 países, a través de la plataforma de contenidos Life TV.

Los lobos no ladran es la segunda serie de Conta, que se estrenó con Princesa rota, una ficción que abordaba el secuestro de niñas para ejercer la prostitución. Que se haya decantado por los escenarios que ofrece el Camp d'Elx, del que aparecen más de cien localizaciones en los doce episodios, no es una cuestión baladí. Seguramente le ha ayudado en su elección por este entorno su director de producción, el ilicitano Daniel Muñoz. «Queríamos ofrecer el aroma de las series de antes, de origen rural. Eso, unido a la belleza que ofrecen los paisajes del Camp d'Elx, nos llevaron a hacer esta apuesta», explica Muñoz.

El Ficie fue anoche el marco de la première de Los lobos no ladran, un punto de partida antes de que la serie llegue a la televisión para contar el drama por el que atraviesa una mujer andaluza que vive en Elche y que ha sufrido maltrato por parte de su madre en la infancia y, posteriormente, de su pareja en la madurez. Al margen de narrar esta historia de pasión, muerte y venganza, la obra de Corta también muestra el amor que siente el autor por la tierra y las tradiciones de los ilicitanos. «Estos paisajes son un tesoro, tanto para el cine como para el turismo. Nuestro trabajo nos ha permitido conocer la huerta en profundidad y a sus gentes. Son lugares que pueden pasar desapercibidos cuando los atraviesas con el coche, pero su valor es incalculable», resume el director.

Aunque la previsión inicial era tener terminada la primera temporada de Los lobos no ladran para el pasado febrero, el trabajo fue más complicado y ha habido que esperar unos meses más para culminarlo. Los autores son sabedores de que será difícil que se llegue a exhibir en alguno de los principales canales de la televisión nacional (TVE, Antena 3 o Telecinco), por lo que tienen puestas sus esperanzas en el mercado internacional, principalmente en el latinoamericano. Otro de los objetivos que persiguen es el de ofrecer promoción turística de sus emplazamientos, sobre todo el Camp d'Elx.

Uno de los temores de Corta es el de aburrir al espectador con doce capítulos en los que se aborde únicamente la cuestión de la violencia de género. Por eso, el equipo de la serie decidió dar un barniz de wéstern a la obra, sin dejar de lado una trama policiaca con la que pretenden enganchar al público. «Hemos querido recrear el estilo de las ficciones de los años 70 y 80, en las que lo más importante era ir conociendo a los personajes. De ahí que hayamos apostado por un reparto con más de 80 actores», argumenta el cineasta cántabro.

Con todo, la cuestión del maltrato vertebra el relato, como explica el propio director de producción. «Es un drama basado en una historia real que la propia Charo Sánchez vivió en primera persona. Se trata de algo que le ocurre a muchas mujeres, que seguro que se verán reflejadas en la pantalla», concluye Muñoz.