Forjado en casi todos los ámbitos del medio audiovisual, desde los documentales, pasando por la televisión o su laureado trabajo en publicidad, Esteban Crespo, quien estrena este año su primer largometraje, «Amar», se define como un director de cortometrajes que lo ha aprendido todo sobre el cine creando historias en este formato. Este año, en el 40 aniversario del Festival Internacional de Cine Independiente de Elche, referencia para los cortometrajistas, Crespo recibirá su homenaje en la gala de clausura de un festival «muy especial y que adoro».

¿Qué supone este homenaje en el FICIE para usted?

Es un honor inmenso e inesperado; adoro el festival de Elche. Ahí gané el premio de público por mi cortometraje «Nadie tiene la culpa» y allí se han proyectado la mayor parte de mis cortos.

¿Qué importancia tiene la ciudad en su faceta como director y guionista?

En Elche he rodado varias secuencias de mi primer largometraje, «Amar». En los créditos aparecen imágenes de palmeras y puentes ilicitanos y hemos hecho varios «travelling» importantes en los huertos. En el argumento de mi primer largo, Elche es el sitio al que quieren ir los personajes para huir de su ciudad. Su anhelo es ir a ese sitio y lo relatan como algo idílico. Para mí Elche es como un paraíso. Me fascina esta ciudad, su paisaje dentro de España me enamoró. Le tengo un cariño especial y lo visito bastante a menudo.

Su homenaje llega en una fecha muy especial, el 40 aniversario. ¿Cómo lo valora?

Veo que han querido premiar a un cortometrajista que ha hecho su carrera y aprendido haciendo cortos, que es de lo que va el festival de Elche. Me hace mucha gracia porque la vez que asistí al festival, la homenajeada fue Sara Montiel. Me comparo y ahora digo: ¡Madre mía, me van a homenajear a mí!, un director de cortometrajes. Me choca pero a la vez me halaga y también es bonito que un festival así permita a alguien con una carrera muy larga en el mundo del corto tener este reconocimiento.

¿Hacer cortos es un paso previo para llegar al largometraje o se puede crear carrera con este formato?

Creo que ahora se hacen muy buenos cortometrajes, muy profesionales, ya no es lo que antes se consideraba un mundo amateur. Ahora hay cortos que son mucho más importantes que los largos. Lo que pasa es que no hay una gran industria en ese formato, eso solo se encuentra en los largos. Trabajar en cortos nos ayuda a experimentar y aprender.

¿Cómo ha hilado su historial en el mundo audiovisual hasta llegar al largometraje?

Siempre tuve claro que quería hacer ficción, películas. Es lo que siempre he querido hacer, pero no siempre lo que uno desea lo consigue de forma inmediata. Por azares de la vida, me surgió la oportunidad de hacer documentales de viajes para la televisión a raíz de un viaje a África. Tras esa experiencia hice cursos y me entré a trabajar a TVE en el programa de «Los Lunnis». Luego hice mi primer corto, «Siempre quise trabajar en una fábrica», y fui entrelazando proyectos hasta llegar al largometraje. Últimamente he hecho una campaña, «Hologramas por la libertad» que se llevó 16 leones en el Cannes Lions 2015; eso da un nombre también. Es una pasada el éxito que tuvo. Tengo la suerte que desde hace muchos años vivo del audiovisual. Uno no puede vivir de hacer películas, es difícil, pero sí de documentales, televisión, anuncios y cuando puedo y me dejan, de cortos o largometrajes.

¿Qué cineastas ilicitanos destacaría en la actualidad?

Está la figura indiscutible de Chema García Ibarra y de Leonor Díaz, que tienen joyas en el cortometraje reconocidas a nivel internacional. Les conozco desde que hicieron su primer corto. Ahora hay un director joven, Christopher Cartagena, que ha rodado el corto «Bicho» y que es una de las figuras más prometedoras en Elche.

«Aquel no era yo» le ha reportado un Goya al mejor documental y una nominación al Oscar. ¿Qué supuso este punto de inflexión en su carrera?

No me esperaba llegar a ese punto con el corto porque siempre hay un componente de suerte en estos casos. Tú tienes que ir a hacer el mejor trabajo posible y que te llene. Esa suerte ha cambiado mi trayectoria y es la que me ha permitido hacer cine con un presupuesto aceptable. Es muy difícil. Con esa nominación al Oscar y el circo mediático formado, la gente me conoció más.

¿Cómo consigue plasmar sentimientos tan intensos en sus historias, desde la impactante «Aquel no era yo» a la relación tóxica de «Amar»?

No sabría decir. Hay un punto de intensidad grande y dramática en estas historias. En el fondo era lo que me pedían estos dos trabajos. Me interesaba hablar de esos sentimientos exaltados. Habrá que ver si mi segunda película también va por ahí. Muchas veces los directores repetimos patrones sobre cosas que nos preocupan personalmente y no nos damos cuenta, son otros los que nos lo hacen ver.

¿En qué fase está su siguiente largometraje, «Black Beach»?

Es una coproducción con Francia, enlazada con «Aquel no era yo», porque ocurre en un 80% en África, aunque sin menores soldado. La productora es LaZona, la misma de «Ocho apellidos vascos» o «No habrá paz para los malvados». Estamos localizando dónde podremos rodar y viendo presupuestos y levantando la parte de la financiación que falta. Bueno, eso los productores, yo en el fondo estoy esperando a ver cuándo me dan luz verde, seguro que serán buenas las condiciones. Estoy muy contento. Mientras, con tiempo, estoy escribiendo una serie.