? La proliferación de conejos que hoy afecta a Carrizales empezó a engendrarse fundamentalmente en las faldas de la sierra de El Molar y en la zona de las Salinas de Santa Pola. Desde ahí, empezaron a extenderse con celeridad por todo Carrizales, llegando a dispersarse por la práctica totalidad de su territorio en apenas dos o tres años.

Los agricultores no pueden hacer nada al respecto, toda vez que la responsabilidad es del coto de caza. Los cazadores son los que tienen que mantener el número de conejos en un nivel en el que no dañen los cultivos, pero tampoco lo tienen fácil. «Pueden abatir un par de conejos, pero en cuanto pegan dos disparos los demás se ocultan y no vuelven a salir. Tienen tantos sitios donde esconderse que hay zonas en las que es muy difícil cazar», admite Fernando Antón.