Ducharse entre cucarachas después de una clase sobre colchonetas envejecidas y sin más material específico que unas espalderas y un trampolín de salto. Esa es la realidad que viven los pequeños usuarios de los cursos de gimnasia deportiva que se ofertan en el pabellón municipal Esperanza Lag, desarrollados por una empresa privada. Así lo denuncian los familiares de algunos de los cerca de 50 niños y niñas que participan en estos cursos, que se celebran de lunes a jueves en doble turno y en horario vespertino. «Estamos pagando para que hagan gimnasia deportiva pero no hay material. Es como si llevas a tu hijo a una escuela de fútbol y no hay porterías ni balones», asegura el padre de una niña, de 10 años, quien reclama más instrumentos para desarrollar los cursos.

Las familias aseguran que en las instalaciones en las que se desarrollan las clases, en los bajos del Esperanza Lag, no hay barras, anillas ni paralelas. «Lo que reclamamos es que doten el gimnasio de aparatos, y si no pueden poner todos que al menos pongan unos cuantos», señala este padre, indignado a partes iguales por esta falta de medios y por la proliferación de cucarachas en las duchas de los vestuarios. «A mi hija le dan asco y se tiene que duchar ahí dos tardes a la semana», resume.

La madre de otra niña, en este caso de siete años, va un paso más allá. «Lo de las cucarachas es infernal. Cuando terminan las clases y van a las duchas, junto a la sala de las clases, salen cucarachas por todos los sitios», denuncia amargamente. Este es el segundo año que lleva a su hija al Esperanza Lag a practicar gimnasia deportiva, unas instalaciones que «no están adecuadas para esta actividad». «La empresa nos dice que es el Ayuntamiento el que tiene que dotarlas de material, pero mientras las colchonetas están hechas polvo, los monitores tienen que poner un banco del revés para que haga las veces de barra y la sala es muy pequeña para los niños que entrenan en cada turno», resume esta madre.