El misticismo que envuelve a la víspera de San Juan volvió a iluminar anoche las playas ilicitanas con un sinfín de creencias y tradiciones entre los que saltar o pasar por encima de las hogueras sigue jugando un papel estelar con el paso de los siglos. Tan antiguos como la propia humanidad, los ritos que rodean a la noche más corta del año volvieron a cobrar vida sobre la arena de la franja costera de Arenales del Sol, La Marina o El Altet.

Miles de ilicitanos acudieron en masa a las playas para disfrutar en familia y entre amigos de una velada en la que el calor del fuego volvió a fundirse un año más con los buenos propósitos y el deseo de espantar las meigas, que «haberlas haylas». El hecho de caer en viernes, a las puertas del fin de semana, hizo que un hervidero de gente atestara las playas ilicitanas, especialmente algunas como las de El Altet y El Carabassí, para celebrar la víspera de San Juan.

El litoral ilicitano se llenó de propios y extraños para disfrutar de esta noche. Por ejemplo, Pepe, reunido junto a su familia, lleva 20 años seguidos viniendo desde Albacete. «Allí no existe esta tradición, pero a mí es la noche que más me gusta del año», señaló mientras se paraba a su nieto Marcos de la hoguera para que no se quemara. Alberto, un joven ilicitano de 34 años, disfrutó de la noche junto a su mujer y sus cuñados. «Para nosotros es una cita obligada para saltar la hoguera y quemar todo lo malo del año». Justo al lado, un grupo de cuatro amigas, todas de Elche, celebraba «el principio del verano y el final de la Universidad».

Tras el asfixiante calor vivido a lo largo de la semana, muchos de los presentes combinaran los saltos sobre las hogueras con pequeños chapuzones en el mar, cumpliendo así con la tradición de bribar sobre las olas. Con las fogatas encendidas y la caída de la noche, llegaba el momento de desplegar las mesas y las sillas, abrir la nevera y empezar a cenar. Granizados, bebidas alcohólicas y fruta fresca de temporada como la sandía presidieron una sobremesa que, en muchos casos, sobre todo entre los grupos más jóvenes, se alargó hasta altas horas de la madrugada.

El relajante sonido de las olas se entremezclaba por momentos con el jolgorio que desprendía cada salto de hoguera, repetido siete veces en la mayoría de los casos para cumplir con un rito ancestral. Ilicitanos y turistas que ya han comenzado sus vacaciones en la zona convivieron sobre la arena a la luz de las estrellas, disfrutando en armonía de una noche que se celebra en todo el mundo de forma dispar.

El previsible desembarco masivo de miles de ilicitanos en las playas de la ciudad hizo que se desplegara un importante dispositivo de seguridad en las playas de El Altet, Arenales, el Carabassí y la Marina-El Pinet, del que formaron parte agentes del Cuerpo Nacional de Policía de la Comisaría de Elche; de la Guardia Civil del Cuartel de Santa Pola; de la Policía Local de Elche y efectivos del Consorcio de Bomberos de Alicante. Además, Protección Civil desplegó un total de 15 voluntarios sobre la arena de las playas y dos ambulancias (soportes básicos) y un soporte avanzado (UCI), con un médico, un ATS y 10 voluntarios, conformaron el servicio de atención y asistencia sanitaria, localizado en el dispensario médico de Arenales de Sol.