Todo comenzó con un baúl de disfraces. Una maestra del último curso de Infantil del colegio La Paz de Torrellano, Lidia Blanco, recuerda que, hace un año, desempolvaron este enorme cajón de madera y, con ayuda de los padres, repararon viejos atuendos de brujas y princesas, entre otros personajes de fantasía, con los que los niños comenzaron a realizar pequeñas obras de teatro. En mitad de estas actividades apareció una cámara. Blanco explica que, gracias a los contactos de un padre, un centro universitario les cedió el aparato audiovisual para que los propios alumnos -que en ese momento rondaban de media los cuatro años-, empezaran a grabar sus escenificaciones. Incluso siendo conscientes de que, en manos tan pequeñas, la cámara podía estropearse.

Pero no fue así. Lidia Blanco se encargó de enseñar a su clase a cuidar y a utilizar la máquina. A tratar de controlar la estabilidad o el zoom, «un conocimiento que me ayudaba a reforzarles ciertos aspectos como el cerca y el lejos», incide.

De esta manera arrancó la historia de «Aventuras inventadas», un cortometraje de 20 minutos en los que este grupo de no más de 14 niños configuraron un equipo de rodaje que ya hubiera querido el mismísimo Francis Ford Coppola para sus primeros devaneos con el cine de jovenzuelo. «Lo primero que hicieron es seleccionar los personajes que querían interpretar cada uno y, entre todos, fueron trazando qué les iba a ir ocurriendo. Es decir, definieron su propio guión. Hay pequeñas escenas que grabaron ellos y, de hecho, se nota en la estabilidad de la cámara. El resto de los planos los filmé yo para que el espectador tampoco se nos mareara, aunque tenía ayudantes que le daban al botón de rec y a otros que situaban la claqueta frente al objetivo al inicio de cada toma», rememora esta docente.

Sorteando obstáculos

Como en todo rodaje que se precie, aparecieron complicaciones. La maestra de Infantil detalla que, a medida que avanzaba el curso y el proyecto, un buen número de sus alumnos empezaron a enfermar por gripe, virus, constipados... «Nos quedamos en la mitad. Pero la peli se tenía que acabar como fuera. Al final, entre todos, decidimos jugar con una especie de cine mudo con sombras chinas, para que no se identificara a algunos personajes cuyos actores originarios habían causado baja. Aparte, tiramos de las nuevas tecnologías, y una de las alumnas, que pasó bastante tiempo malita, interpretó su escena, desde casa y disfrazada. Incrustamos su plano y salió perfecto», dice orgullosa Lidia Blanco.

Este primer proyecto, según la maestra, fue de lo más enriquecedor. La única espinita que se le quedó cuando analizó el guión, elaborado por los niños, es que estaba demasiado estereotipado: por un lado estaban las princesas, por otro los príncipes que las rescataban, los sabios... «Decidí este año comenzar con ellos a trabajar más a fondo la coeducación y, a partir de ahí, ya enganchados a la cultura audiovisual, optamos por rodar un videoclip que rompiera clichés en cuanto al género. Una maestra de Música de La Paz, Elena García, nos ayudó a grabar una versión propia de la canción noventera "Qué más da", a la que le modificamos un poco la letra y al final decíamos:"Y qué más da si yo lo puedo hacer igual". En este vídeo musical, en el que nos echó una mano en el montaje el fotógrafo alicantino Alejandro Fernández, aparece, por ejemplo, un papá dándole el biberón a un bebé y, en general, escenas que abogan por la igualdad de género. Los propios niños lo presentaron en el Cefire y explicaron la importancia de su contenido», detalla la docente.

El curso ha terminado y también la etapa en Infantil de todos estos niños. Atrás quedan un par de años de un intenso trabajo cinematográfico, al menos para ellos. Quizá de entre todos estos peques, que apenas han comenzado a conocer el mundo, salga en el futuro un nuevo Pedro Almodóvar o un Alejandro González Iñárritu. De momento, ya han puesto su firma en sus primeros documentos audiovisuales. Puede que en décadas venideras, si alcanzan la fama, sean cintas muy valiosas. Porque, ya se sabe, la magia y el cine siempre caminan en paralelo.