No hay terrorista más peligroso que el que no solo ha dejado de temer a la muerte, sino el que la busca cuando comete un ataque. El director del Centro Crímina de la Universidad Miguel Hernández (UMH), Fernando Miró, es consciente de ello y, por eso, cree que el endurecimiento de las penas contra los extremistas que acometen los ataques poco va a solventar. Algo que tendrá muy en cuenta cuando profundice en las distintas leyes europeas que van a unificar. «A un terrorista que va a inmolarse poco le va a importar ir tres años más a prisión», incide este experto en Criminología y Seguridad Internacional. Solo hay que ver, según Fernando Miró, ejemplos como el del tribunal de Guantánamo. «Los datos y el tiempo nos han dicho que no ha servido demasiado», destaca.

Donde sí habría que poner el foco, dice, es en las prisiones, «Al menos en España hay casi los mismos presos vinculados al terrorismo yihadista que a ETA». En las cárceles, tal y como explica este experto, se dan casos de ciudadanos nacidos en Europa, de segunda o tercera generación de familias procedentes de países árabes, que han entrado por un delito de tráfico de drogas o por un hurto y los acaban captando líderes extremistas. «El atentado en sí tiene hasta un punto nihilista. La gente encuentra en estas religiones una justificación para diferentes frustraciones que algunas pueden venir derivadas por la propia exclusión social», determina el especialista. De ahí que sea tan importante las labores de inclusión. «Pericles», el proyecto en el que está integrada esta investigación de Crímina, también dispone de otros paquetes en los que otros organismos europeos implantarán programas educativos para contrarrestar la discriminación a la población árabe y a otros colectivos vulnerables de ser radicalizados.

Asimismo, Crímina cuenta con bastante experiencia en otra de las problemáticas en las que tendrán que sumergirse: el uso de Internet por los radicales. «Hay que estudiar muy bien qué tipo de obligaciones legales habría que imponerles a los proveedores de Internet. Hasta qué punto deberían utilizar sus algoritmos para detectar y eliminar ciertos mensajes de odio o, incluso, compartirlos y avisar a las fuerzas de seguridad. Facebook tarda menos en eliminar un pezón de un post que un vídeo de alguien cortando una cabeza», subraya Fernando Miró.