Descubrir un patrimonio tan cercano, como desconocido. Este ha sido el objetivo de la ruta organizada por el Institut d´Estudis Comarcals del Baix Vinalopó por los alrededor del Mercado Central y que ha reunido a cerca de un centenar de personas. La visita ha comenzado en el interior del Palacio de Altamira. El cambio que ha sufrido el edificio a lo largo de los años ha hecho que apenas quede una mínima parte de lo que fue. Su uso también ha ido variando a lo largo de los siglos, hasta el punto de que llegó a ser una fábrica de lonas , lo que contribuyó a que, por ejemplo, el patio de armas que se conserva apenas tenga que ver con el inicial.

Otro de los puntos de la visita fue la calle Major de la Vila, que une el Palacio de Altamira con el Ayuntamiento de Elche y el Mercado Central. Una vía en el centro de la polémica por el aumento del tráfico que soportará si finalmente se construye el aparcamiento subterráneo proyectado en la remodelación del zoco. Se trata de uno de los puntos más importantes en cuanto a patrimonio histórico ilicitano. De hecho, se trata de una zona protegida como Bien de Interés Cultural, la máxima protección patrimonial que, paradójicamente "llegó gracias a Franco", ha apuntado Héctor Cámara, del Institut.

La importancia de esta zona se debe a que en este punto se encuentra la ermita de San Sebastián, la construcción más antigua que se conserva en la ciudad. Junto a ella, la Casa de la Festa, también del mismo siglo pero con elementos posteriores. Todo lo demás, se ha perdido, debido al escaso interés que históricamente se ha puesto en la conservación del patrimonio. La Casa de la Festa albergó también el antiguos Hospital de la Vila, que después se trasladó hasta la Corredora. Actualmente, el único vestigio que queda es la calle Hospital,la paralela a la Corredora, en recuerdo de lo que albergó.

La siguiente parada ha sido la de los restos arqueológicos del Mercado Central, con los refugios de guerra y los baños árabes como principales protagonistas. En cuanto a refugios se refiere, la ciudad tampoco puede considerarse pionera, pues tal y como ha explicado el historiador ilicitano Miguel Ors, las construcciones no comenzaron hasta finales de 1937, ya que los primeros planes para su construcción datan de mayo de 1937, según la prensa de la época. A partir de entonces se crean 12 refugios, además de los que se hicieron en las tres fábricas de guerra, que albergaron hasta 1.500 personas y, dado este tamaño, contaban con sus propios refugios.

La arqueóloga Ana Valero ha sido la responsable de contar lo relativo a los baños árabes, no sin antes, y ya que el trasfondo de la visita ha sido el Mercado Central, apuntar que el método seguido en las catas, no es el más adecuado. Para ello, usó un símil muy sencillo: "Si en un tupper metemos dos pinzas, encima dos palillos chinos, un tenedor, y lo cubrimos de arena, al excavar, lo primero que encontraremos será el tenedor, luego los palillos, y finalmente las pinzas, y entenderemos la estructura. Si excavamos y damos con el tenedor, pero no desmontamos y cavamos por agujeros, podemos entrar una pinza, que no tendrá valor, pues no estará en el contexto de la construcción".

La ruta ha finalizado en el interior del edificio del Mercado Central, donde, en el ala que da al Ayuntamiento, y que está completamente vacía, se ha hecho una retrospectiva y puesta en valor del edificio. Un inmueble que llegó en plena transición local la nueva forma de ver la arquitectura en España, una arquitectura basada en la racionalidad que pretendía conectar con las corrientes avanzadas de la arquitectura europea y mundial.

Un recorrido que ha servido para poner en valor el patrimonio que pasa, en muchas ocasiones, desapercibido ante el ir y venir y la rutina de los ilicitanos, pero que tiene un gran valor histórico, cultural y patrimonial.