¿Con qué ley podemos controlar a una persona que empuña un cuchillo y sale a la calle a hacer el mayor daño posible? Es la pregunta que, tras los dramáticos atentados de Londres, que preceden a una de las épocas más cruentas en Occidente en cuanto a ataques del Daesh se refiere, se hacen la mayoría de gobernantes del Viejo Continente. Aunque la ecuación parezca prácticamente imposible de resolver, el Centro Crímina de la Universidad Miguel Hernández (UMH) considera que existen remedios, o al menos vías de solución, para paliar estos episodios violentos en sus fases previas. También ve necesario revisar normativas que se aplican actualmente en Europa que hacen más mal que bien. Aunque lo que más claro tiene es que todos los países deben ir a una para acabar con un problema que no deja de aumentar su dimensión global.

Por eso, este centro de investigación y formación criminológica va a liderar las tareas de armonización de normativas en materia antiterrorista de los diferentes Estados miembro, a través de un proyecto financiado por la Unión Europea. «Lo primero que vamos a hacer es analizar cuál es el marco legal, en diferentes países, que regulan los delitos vinculados a la radicalización y el odio. Tanto la que tiene que ver con el extremismo yihadista como con movimientos de xenófobos y de ultraderecha con los que bregan gobiernos del norte y del centro del continente. No obstante, se prestará especial atención al terrorismo islámico, dado el clima de tensión que se vive actualmente con este tipo de asesinatos», determina el director de Crímina, Fernando Miró, que asistió, hace dos semanas, a la primera reunión en Hannover (Alemania) del proyecto europeo «Pericles», que busca nuevas vías de prevención del radicalismo y del que se ramifica este subproyecto de unificación legal. Una iniciativa en la que también participan otras universidades como la de Warwick (Reino Unido) o la multinacional francesa Thales Group, experta en asuntos de seguridad y defensa.

Una vez desarrollada esta panorámica de los diferentes modelos de lucha contra el terrorismo y de contrastarlos con los convenios internacionales, este equipo europeo, encabezado por los investigadores de la UMH, presentará una propuesta de armonización y modificación de las normas europeas que, posteriormente, implicarían cambios en las legislaciones de los países ligados a la Unión Europea. «En los últimos años el campo de juego ha cambiado radicalmente. En muchas naciones europeas había una identificación del terrorismo con delincuencia política. No se tenía en cuenta, ni se tenían tipificado en las leyes, aspectos como el adiestramiento, los actos preparatorios o incluso el adoctrinamiento pasivo. Éste, por ejemplo, es un tema que recogió la Reforma del Código Penal de 2015 en España y que ha causado cierto debate, porque castiga ver ciertas webs con contenido de radicalismo islámico. De hecho, se han llegado a producir detenciones», indica Miró, pese a considerar que en España tenemos una ley antiterrorista bastante desarrollada y eficaz

Pero desde Crímina entienden que todo es mejorable. Y más cuando ciertas normas vulneran derechos fundamentales de las personas. «Hay que tener en cuenta que el adoctrinamiento pasivo castiga algo tan etéreo como el pensamiento», manifiesta.

Con relación a esto, lo que más les preocupa son tendencias que se comienzan a escuchar en los discursos políticos de la primera ministra (electa, de momento) de Reino Unido, Theresa May, que tras los reciente atentados hablaba de replantear la legislación de su país y restringir derechos para facilitar registros en domicilios sin necesidad de orden judicial o detenciones. «Tras los ataques terroristas en 2005 en Londres ya se aprobaron una serie de normas que después vetaron desde el Tribunal Europeo de Derechos Humanos», recuerda.

Otras regiones, en cambio, como la belga, sí que han tenido que ponerse a trabajar a fondo en las leyes de enjuiciamiento criminal. «En Bélgica, hasta los atentados de París, no tenían en cuenta cosas como controlar la salida de ciudadanos hacia Siria para radicalizarse», sentencia.

La inversión en los servicios de inteligencia es importante para que los gobiernos tengan controladas estas situaciones, pero «aún más crucial es que exista una buena coordinación entre este tipo de departamentos estatales. No puede ser que los servicios de Italia supieran que uno de los terroristas de Borough había tratado de viajar desde allí a Siria para sumarse al ISIS. Se supone que compartieron la información con Reino Unido, pero si este hombre pudo llegar después a Londres, algo, indudablemente, falló», afirma Fernando Miró.