Planos de películas como «Gilda» que se concatenan con otros de «Te doy mis ojos», en las que hombres agreden con fiereza a mujeres. Fotografías en las que aparecen dos papás o dos mamás con sus pequeños. Secuencias de señores realizando tareas del hogar. Con estos retales audiovisuales han confeccionado sus videoartes alumnos de 11 y 12 años del colegio Jaime Balmes de Elche, dentro de un proyecto planteado por la asociación ilicitana Ultravioleta, que invitaba a los pequeños a reflexionar sobre algo con lo que la vida, poco a poco, las va familiarizando: las desigualdades de género. Y, sobre todo, del poder de las imágenes para plantear y hacer visible cualquier problemática social. «Hay gente a la que le da cosa hablar de estas temas de la discriminación, pero cuando lo ven en pantalla, si se identifican, pueden animarse más a comentarlo, a sacarlo fuera. Es como que no saben que lo padecen y con las imágenes lo entienden», indica Paco Gómez, uno de estos jóvenes estudiantes que han comenzado a coquetear con el género del videoarte.

Su compañero Steven Palazón, por ejemplo, mezcló secuencias de la época franquista con filmes mucho más actuales, «y nos hemos dado cuenta de que, pese a todo lo que hemos avanzado en el tiempo, muchos tipos de desigualdad se siguen repitiendo», dice el niño.

Soraya Molina y Luis Alemañ, además de pertenecer a la asociación, Ultravioleta, han sido los monitores de esta taller que han denominado «Miradas». Según Alemañ, han partido de una metodología pedagógica en la que los chavales tenían que realizar su propia investigación y su propia exploración de diferentes aspectos que giran en torno al género. «Lo primero que hicimos es ofrecerles conocimientos sobre este tema. Aparte, llevamos a cabo algunos juegos de rol playing para que se dieran cuenta cómo ellos mismos reproducen, a pequeña escala, algunas actitudes que se podrían catalogar de machistas o sexistas», detalla Alemañ. Por ejemplo, escenificaron una comida familiar y cada alumno debía de asumir un rol: de padre, de madre, de hijo, etc. «A través de este teatro analizábamos qué tipo de discriminación podía llegar a darse en un acto tan cotidiano», añade.

También debatieron e incluso contaron algunas experiencias personales sobre desigualdad. Sin embargo, Mari Cruz Gonzálvez, una de las alumnas, subraya que no tiene ninguna queja de sus compañeros chicos en este sentido. En base a su criterio, puede haber esperanza en las nuevas generaciones para erradicar problemas tan acuciantes como el machismo.

Una vez asimilada e interpretada toda esta información, Soraya Molina explica que pusieron a su disposición un banco de imágenes y de efectos, además de darles una cámara de vídeo para que, en el propio colegio, grabaran ellos mismos algunos planos que luego utilizaron. «Ellos ejercían de directores. Nos iban diciendo qué fragmentos querían usar, cómo pretendían enlazarlos, qué ritmo querían darle... Nosotros simplemente ejercíamos de montadores», desgrana Molina.

Ayer, en dos teles un tanto retro, proyectaron los trabajos para que cualquier alumno o profesor del colegio pudiera sentarse, ponerse los cascos y aprender de lo aprendido.