Carlota Blasco descubrió la técnica ROPA en la consulta médica. Había oído hablar de ella pero «pensábamos que solo se hacía en clínicas privadas e imaginábamos que sería muy caro», relata. Sin embargo, cuando acudió con su novia a someterse a una inseminación artificial para ser madre, «vimos el cielo abierto. Nos dieron la posibilidad de que una de las dos gestara el óvulo fecundado de la otra, de forma que las dos, en cierta forma, fuéramos madres biológicas. Que las dos hayamos participado en esto, es lo más bonito que he hecho en mi vida», asegura.

El resultado es «un precioso niño que tiene ya dos años largos y que es lo mejor que tenemos en común».El único problema «fue el intentar ponerle los apellidos de las dos, en eso es algo en lo que tenemos que avanzar todavía, nos pusieron muchos problemas», ya que, al no estar casada, en un principio se lo negaron.

Y aunque la aceptación social también va extendiéndose poco a poco, «en eso también hay que avanzar. Al principio nos miraban muy raro cuando se lo explicábamos a amigos o familiares. ¿Madres las dos? Es algo que nunca nos ha importado, pero nos alegramos de que, en este sentido, la medicina pública vaya un paso por delante de la sociedad».

Ahora, «solo queda que nos animemos a por la parejita», señala con ilusión.