Elche ha decidido declarar la «guerra» al uso de los herbicidas para fumigar los rastrojos y la maleza que invaden la ciudad. Tanto es así, que el Ayuntamiento ha limitado a las acequias de los huertos de palmeras y a las rotondas o medianas del término municipal la utilización del glifosato.

Un paso adelante, reivindicado durante años por ecologistas y plataformas vecinales, que, en cifras, ha supuesto que la ciudad haya reducido en un 80% el uso de este tipo de tratamientos fitosanitarios en el último año. Una medida a la que se había comprometido el equipo de gobierno, aunque su objetivo final es erradicar totalmente los glifosatos a final de este mandato.

«Hay espacios en los que todavía no se ha podido sustituir porque los matorrales crecen con mucha rapidez y en abundancia», reconoce el concejal de Medio Ambiente, Antonio García. De ahí que en zonas del Palmeral o en espacios de las carreteras en las que el contacto humano acaba siendo nulo todavía sean un asunto pendiente de resolver por parte del Ejecutivo local.

Y es que, las intensas lluvias de este invierno también se lo han puesto más difícil a los jardineros, ya que la vegetación ha crecido de forma imparable en muchos espacios urbanos, hasta llegar incluso a invadir caminos, zonas de esparcimiento o descampados.

Frente a ello, lo que sí ha conseguido ya el tripartito es dejar de usar los herbicidas en los parques y jardines, en los que la presencia vecinal es constante.

En esas áreas que no han podido librarse del glifosato, el Ayuntamiento se encarga de indicar con carteles y cordones policiales que se están llevando a cabo las labores de fumigación y precisan qué tipo de componentes se usan. Una decisión que la Concejalía de Medio Ambiente también traslada a los casos en los que se tratan las palmeras con el tratamiento del picudo, pese a que, tal y como aseguran desde el Ayuntamiento, su componente no es problemático ni nocivo .

Como alternativa para fumigar sin recurrir a estos componentes tóxicos que están en el punto de mira, los operarios municipales han tenido que lanzarse al uso de vinagres o incrementar la mano de obra para segar esas malas hierbas.

De cualquier manera, el debate sobre la erradicación del glifosato sigue abierto en la calle y colectivos como Margalló Ecologistas en Acción defienden que la retirada de esos productos químicos debe hacerse de forma completa y no parcial porque están siendo cuestionados a nivel internacional por sus posibles efectos cancerígenos.

Efectos negativos

Más allá de lo perjudicial que puede ser esa acumulación residual en el tiempo, las a asociaciones medioambientales también hablan de consecuencias directas, que se ven más a corto plazo, en el caso de los animales que se alimentan de las plantas que han sido pulverizadas, como los gorriones que han detectado una presencia a la baja.

«El problema que genera en las personas es ese combo de herbicidas y plaguicidas a los que estamos expuestos. Estamos creando un cocktail que provoca que cada vez haya más intolerancias y más sensibilidades», manifiestan desde Margalló Ecologistas en Acción.

Esa resistencia en el tiempo a la que aluden los ecologistas no es solo cosa de este tipo de colectivos, sino que también es bien sabida por expertos como el Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Miguel Hernández, Vicente Micol.

El director de una cátedra que busca frenar el uso de pesticidas en los cultivos habla, precisamente, de la importancia de minimizar los productos fitosanitarios. «La gente piensa que el herbicida desaparece, pero tiene un tiempo de descomposición y en algunos casos permanece en el tiempo», señala Micol.

El problema de que las administraciones públicas no acaben eliminando el uso de estos tratamientos químicos, según el experto, es que todavía no hay estudios contundentes que puedan certificar que vayan a generar un problema de salud en las próximas generaciones.

Las dosis

En los cultivos celulares o en modelos animales ya desprenden ciertos efectos tóxicos, lo que hace sospechar que, aunque sea muy diluido o en muy bajas dosis, puede ocasionar consecuencias negativas en el futuro. En el caso de los plaguicidas que se utilizan para fumigar las plagas de cosechas, las organizaciones y los especialistas también han puesto la lupa. ¿Si como una fruta 500 veces en toda mi vida que ha sido pulverizada con esa sustancia qué pasa? es la pregunta que se hacen los científicos al respecto.

El inconveniente, según el catedrático en Bioquímica y Biología Molecular de la UMH, es que todo acabamos comiéndonoslo en «hortalizas, frutas, carne y pescado y eso hace que tengamos que reflexionar, no alarmarnos, pero pensarlo.»

De esta forma, desde la institución universitaria advierten que hay muchas sustancias que pueden llegar a ser tóxicas, por muy poca que sea su dosis, como es el caso del azúcar. Y con estos compuestos para fumigar pasa igual, también tiene sus dosis letal.

Sin embargo, pese a que muchos colectivos han encendido las alarmas por las amenazas de los productos fitosanitarios, especialistas como Vicente Micol, y como también comparten desde el Ayuntamiento ilicitano, apuntan a que las organizaciones europeas velan por el cumplimiento de unos mínimos. Eso sí, sin llegar a prever qué efectos tienen esas dosis que por muy bajas que sean se acumulan en el ambiente.

Investigación

La importancia de analizar qué sustancias resisten en nuestras zonas verdes o nuestros campos es una de las reivindicaciones en materia de investigación que realizan los científicos.

Por el momento, en la Universidad Miguel Hernández acaban de crear una Cátedra Bioestimulantes Naturales, cuyo objetivo final es el desarrollo y la innovación de este tipo de productos que contrarrestan el uso de fitosanitarios (pesticidas o plaguicidas) que, según los estudios que maneja el propio Vicente Micol, se han extendido bastante en los últimos años de España.

Y es que el catedrático ha advertido que el porcentaje de casos detectados de ciertos pesticidas en alimentos se ha multiplicado por cuatro en los últimos 15 años, tal y como detallan administraciones. De ahí que el experto de la UMH recomiende que no solo hay que prestar atención a las plantas, sino todo lo que les rodea: el agua, la tierra, el aire...