La Pasionaria regresaba ayer al callejero ilicitano cuatro décadas después de que volviera de su exilio del franquismo y seis años después de que desapareciera del mapa de la ciudad, por decisión del Gobierno del PP, al poco tiempo de llegar al Ayuntamiento. Desde ayer, Elche ha recuperado el monumento en homenaje a Dolores Ibárruri en un acto que el tripartito calificó de «justicia histórica» y de «reparación del daño» refiriéndose a la retirada del monumento que durante veinte años había estado en la avenida de la Libertad.

Sin embargo, esta forma de resarcirse de algo que en su día también desató la polémica en Elche ahora no solo ha levantado asperezas, sino que, incluso, ha encendido a la oposición. Sin ir más lejos, los populares, aquellos que en 2011 sustituían el monolito de La Pasionaria por una placa en homenaje a la República Argentina, aprovecharon el acto de ayer para volver echarse encima del Ejecutivo local.

El grupo municipal del PP tildó este paso adelante del equipo de gobierno como una muestra de «inactividad» y consideró que hay antes «otras preocupaciones por resolver». La falta de nichos para dar sepultura en los cementerios o los problemas para resolver el contrato de socorrismo de las playas son dos de los frentes abiertos que tiene el tripartito que el PP ha puesto como ejemplo. No en vano, conscientes de que la decisión que ellos tomaron en 2011 también suscitó controversia en la ciudad por cuestiones ideológicas, los populares han echado ahora en cara la recuperación del monumento de La Pasionaria por considerar que actos como estos crean división donde no la hay.

Curiosamente, este último argumento también fue compartido por Ciudadanos, pese a esa «sintonía» con el tripartito que venía caracterizando el mandato, al menos al principio. Los de David Caballero también recriminaron al Ejecutivo local que el monolito «es el ejemplo de un Gobierno que sólo está pendiente de luchas ideológicas y tiene olvidada a la ciudad». Es más, la formación naranja se alineaba con el PP al describir la gestión municipal de «desastre» o al creer que hay otros problemas por resolver más urgentes como el hotel de Arenales.

Sea como sea, ayer el jardín ubicado entre la calle Frasquita Vázquez y Joan Fuster, junto al colegio Victoria Kent, veía resurgir, entre los acordes de Serrat, ese cometido que el PSOE y Compromís tenían pendiente de resolver desde que al fin y al cabo las grúas se llevaron a La Pasionaria de Elche.

En mitad de esa tormenta, para unos el acto fue recibido como algo que estaba de más, pero hubo incluso quienes pensaron que incluso el tripartito se quedaba corto y que criticaba su «puritanismo». Una de las anécdotas que marcaban la inauguración del jardín era ese intento de colocar una y otra vez la bandera republicana por parte de simpatizantes del partido que dirigió la propia Dolores Ibárruri, el PCE. Algo, no obstante, que el tripartito intentó evitar, al menos durante los discursos institucionales o las fotos oficiales para intentar no avivar aún más la polémica que sabían que tenían encima y tratar de desmarcarse de los tintes ideológicos, que, irremediablemente, muchos asociaban a este gesto.