Acudir a un espectáculo de tus humoristas favoritos sabiendo que puede ser el último, por mucho que te vayas a tronchar de la risa, tiene su parte de mal rollo. Sin embargo, todos esos espectadores ilicitanos que estén experimentando esa sensación agridulce deberían tomar como bálsamo las palabras de Paco Mir, que aseguró ayer a este diario que esta visita a Elche no la sienten como una despedida. De hecho, no descartan que, tras este peregrinaje que han confeccionado para decir adiós a su público, se alteren los planes y se inventen un nuevo espectáculo. Con Tricicle, ya se sabe, sobran las palabras.

A este paso ¿van a convertirse en los Rolling Stones de las artes escénicas españolas?

Bueno, creo que ellos llevan más de 50 años. La verdad es que a Mick Jagger se le ve en plena forma pero el resto de componentes no es que se muevan mucho. En nuestro caso, en el del teatro, y sobre todo en España, es muy raro que una compañía se mantenga tanto tiempo sin disolverse. Las hay pero han ido cambiando sus actores a lo largo del tiempo.

Y además compartiendo siempre el mismo camerino...

Comenzamos en una café teatro en el que teníamos solo un camerino para nosotros y otras dos o tres compañías. Ya es una especie de tradición. Hemos conseguido llevarnos bien como todos los matrimonios, con subidas y bajadas, pero manteniéndonos. Estar en el mismo camerino nos sirve también para ponernos al día, para decirnos cosas que corregir tras las funciones e, incluso, para colar una tele cuando coincide un show con un partido del Barça.

En esos momentos entre bambalinas, ¿mantienen esos nervios previos al instante en el que se alza el telón?

Yo pienso que cualquier profesional, de cualquier materia, con el tiempo, deja de tener esos nervios. Por ejemplo, los neurocirujanos experimentados son capaces de comentar qué han hecho el fin de semana mientras realizan una operación. Eso forma parte de la profesionalidad. Lo que sí continúa es ese «clic» que experimentamos muchos actores cuando salimos al escenario, con el que, a pesar de que estés muerto de asco por algo que te haya ocurrido durante el día, te transformas y te conviertes en el mejor actor del mundo. Pienso que forma parte de la magia del teatro.

En «Hits» hacen un acopio de sus mejores «scketches» desde 1979. ¿Han tenido que reactualizar alguna gracieta para que las entienda la chavalada?

Pues sobre todo en materia de tecnología. Por ejemplo, hay una de 1984 en la que aparecen unos ejecutivos que utilizaban un fax y lo hemos sustituido por móviles. Hay que tener en cuenta que muchos jóvenes no saben ni cómo giraba la ruedecita de los teléfonos antiguos. Es curioso, hay chavales a los que les suena la coreografía de «Soy un truhán, soy un señor» que hicimos para Julio Iglesias, pero desconocen que sea nuestra. De alguna manera, ya formamos parte de la memoria colectiva en España, que es algo que solo suele ocurrir cuando ya te has muerto.

Hablando de jóvenes, ¿cree que veremos un grupo parecido a Tricicle en el futuro, que perdure, además, tanto tiempo?

Lo que pensamos es que no lo tendrán tan fácil como nosotros. Cuando empezamos era un sector muy amateur, y ahora existe mucha competencia y demasiado afán por ganar dinero. Eso hace que muchísima gente no quiera apostar por gente desconocida.

¿Detecta actualmente demasiada sensibilidad social hacia lo que dicen los humoristas? Ayer mismo tildaban a Dani Rovira de machista por un tuit sobre «Intimissimi».

Nosotros nunca hemos sido de ofender a nadie con nuestro estilo. No obstante, nos han llegado a calificar algún «gag» de machista. Vivimos una época en la que la gente es muy poco permisiva con el humor y se la coge un poco con papel de fumar. El humor deber permitirte reírte de casi todo. Es un paréntesis. No estás haciendo política.

En el show en Elche calculan más de 400 carcajadas. Suena hasta peligroso...

La verdad es que le hemos quitado toda la paja a muchos de los números y al final del espectáculo acabamos con una auténtica fiesta de «gags» en la que la gente se muere de risa. No hace mucho que una mujer rompió aguas de tanto reírse. Fue alucinante.

Actor, escritor, director de cine, de teatro... ¿Le aguantan en su casa?

Ya me conocieron así: hiperactivo. Como más cómodo me siento es escribiendo pero, como decía Hitchcock, tras la creación de un texto siempre te falta algo y lo único que te queda es representarlo.