«No se lo deseo a nadie. Es un suplicio levantarse todas las mañanas y llevar a tu hijo al colegio sin saber qué va a pasar. Es un sinvivir y estoy deseando que acabe el curso para cambiarle de centro». Dámaso Moreno ha acabado por denunciar ante la Policía Nacional el caso de su hijo de 9 años, que a su vez lo ha puesto en manos de la Fiscalía de Menores, y ha dejado de llevarle a clase «por preinscripción médica. Tiene dos partes médicos con lesiones de patadas y moratones. A diario le insultan o le pegan, y el psicólogo ha recomendado que no vaya al centro si se mantiene esta situación».

Como la de Dámaso, otras dos familias han acudido también a la policía porque consideran que en el colegio La Paz de Torrellano no abordan las situaciones que también ellos consideran que son de bullying contra sus hijos. Se sienten desprotegidos hasta el punto de que ya han matriculado este curso a los niños en otro centro.

Los informes del psicólogo en el caso del hijo de Dámaso Moreno coinciden con el diagnóstico del pediatra en otro de los casos y con el de la Unidad de Salud Mental en el tercero. En todos ellos se consideran a los niños víctimas de acoso escolar.

«Mi hijo es muy reservado y saca muy buenas notas. Me dicen que quizá sea eso la causa», lamenta Moreno. «He comunicado al centro reiteradamente lo que sucede y aunque al principio me citaron a varias tutorías ya lo han dado por resuelto y desde que puse el caso en manos de la Fiscalía, en marzo, ya no me responden a nada, han cortado la comunicación», afirma este padre.

En los otros dos casos las familias prefieren mantener el anonimato porque ya han cambiado de centro a los niños y no quieren perjudicarles después de que han rehecho su día a día escolar con «absoluta normalidad y sin ningún problema» en el nuevo centro, como aseguran.

En ambos casos la situación de maltrato se evidenció para los padres ante los signos que detectaron en los hijos. «El mío hiperventilaba en el sofá, no dormía bien y con seis años de edad empezó a hacerse pipí y a decir que no quería ir al colegio. Nos empezó a contar que le pegaban en la fila, que le insultaban, y quisimos arreglarlo. Nos citaron en hasta 13 tutorías, pero no resolvieron nada y el pediatra no veía más solución que cambiarlo de centro», abunda otra de las familias afectadas.

En este caso insisten además en que «nosotros queríamos arreglarlo, sin denuncias, pero en cuanto fuimos a más, poco menos que nos dicen que estamos locos y dejan de atendernos en el colegio», lamenta el padre.

En el tercero de los casos, cuyas familias se han puesto en contacto con este diario, también coinciden en señalar que en el último trimestre del curso pasado «mi hijo no pudo seguir yendo al colegio, con su correspondiente baja médica por acoso. Para él era como si le llevara al matadero», apunta el padre.

La madre del niño asegura que desde el propio colegio le vaticinaron que no cambiarían las cosas por cambiarle de centro, «pero de estar obsesionado con la muerte en sus dibujos ha pasado a las caras sonrientes y ahora lo aprueba todo, pero la Fiscalía ha retomado el tema, no queremos que quede así».

El claustro

El claustro del colegio La Paz, por su parte, ha redactado un escrito en el que expresa su malestar «hacia las acusaciones que se vierten sobre nosotros. Los presuntos casos de acoso no han sido reconocidos como tales ni por los estamentos educativos del centro ni por la inspección educativa especializada en acoso escolar».

Añaden que «el centro aplicó el protocolo de actuación y se tomaron las diferentes medidas de intervención, que determinaron que no existía acoso escolar». Por todo ello descartan que los padres puedan verse «desatendidos por el centro», como declaró el portavoz de la asociación Avalcae contra el acoso, a la que las familias acudieron para pedir asistencia.