Supongo que recordarán la Escuela de Pintura del Hort del Xocolater, patrocinada por la extinta CAM, una víctima colateral más de la crisis y de gestores nefastos. Aquella escuela de pintura era uno de los inventos magníficos que tuvo esta ciudad. Fue posible gracias al empeño de tantas y tantos artistas locales para crear una cantera de pintores. Todos recordamos a las niñas y niños y a las personas mayores que llevaban sus tablas de madera y sus pinturas y que formaban parte del paisaje urbano de los sábados por la mañana entre octubre y junio de cada año. De aquella CAM quedó una fundación, también mediterránea pero sin un duro, que planteó la continuidad de la escuela siempre y cuando el profesorado se hiciera cargo de los gastos de inquilinato. ¿Sería posible que esta ciudad y su Ayuntamiento fuera capaz de resucitar algo que nunca debió desaparecer? Y en el mismo lugar, a ser posible. No hay otro mejor.

Quizá no se les haya olvidado que contábamos con una revista anual llamada Festa d´Elx que nació en 1942 y cuyo último número ?el 58- se publicó en el año 2014. La revista forma una parte sustancial de nuestro patrimonio cultural y tiene que ver además con el trabajo colectivo más relevante que esta ciudad ha sido capaz de conservar: La Festa d´Elx. El Ayuntamiento y el Patronato del Misteri d´Elx deberían considerar que una revista con cerca de un siglo de andadura debe continuar publicándose, a no ser que hayamos perdido por completo el sentido común.

Hubo también una colección de monografías, Temes d´Elx, que también hace demasiados años que dejó de publicarse. El medio centenar de libros que vieron la luz hizo posible que se divulgaran aspectos relevantes de la cultura y del patrimonio ilicitano. Un Ayuntamiento no debe convertirse nunca en una editorial de tesis doctorales, obras poéticas y novelas de autores cercanos a la Corporación de turno, pero sí hay materiales que sólo el Ayuntamiento está obligado a conservar y divulgar: memorias, facsímiles, colecciones documentales, etc. O lo hace el Ayuntamiento o nadie lo va a hacer por él.

La recuperación de nuestro patrimonio artístico y su conversión en propiedad municipal también debería ser una prioridad. Y bastaría con que los presupuestos municipales contemplaran una modesta cantidad anual con ese objetivo. Por citar sólo a nuestros artistas nacidos en el siglo XIX: Manuel Pérez Baeza, Aureliano Ibarra Manzoni, José Gonzálvez Martínez, Pedro Pérez Baeza, Mariano Antón Serra, Pedro Ibarra Ruiz, Jaime Lafuente Sansano, Francisco Rodríguez Clement, Francisco Pérez Sabuco, Francisco Rodríguez Sánchez Clement, Pedro Pérez Martos, Pedro Pérez Doló y Vicente Albarranch Blasco, los que la historiadora del arte Tina Pastor Ibáñez reunió en su libro De la tradición a la modernidad. Los orígenes de la pintura moderna en Elche. Las obras de estos autores están hoy en colecciones particulares y una apuesta decidida y mantenida en el tiempo para su conversión en patrimonio común y su exposición en el lugar que merecen lo facilitaría sin lugar a dudas. Seguramente algunos de sus propietarios actuales estarían dispuestos a ceder sus obras si se expusieran permanentemente con la dignidad que les corresponde. Una exposición temporal en la que se pudiera reunir el mayor número de obras de los artistas citados bien merecería algunos años de trabajo y podría ser el principio de una colección permanente. Y hablamos de un proyecto artístico absolutamente viable, no de cantos de sirena.

El historiador y periodista Gregorio Morán tiene razón cuando afirma que España es un país moralmente subdesarrollado y tradición al respecto no nos falta. Desde las ciudades podemos hacer mucho para alejarnos de ese subdesarrollo tan poco deseable. Y solo es posible invirtiendo en educación y cultura. Aunque sea a costa de reducir gastos en fiestas y festejos.