Los vecinos y comerciantes del Sector V viven atemorizados y en permanente estado de vigilancia desde que hace dos sábados un hombre asaltara a una mujer a punta de pistola en el mismo portal de su vivienda, en la calle Torres de Quevedo. Siete días después, una farmacia de la calle Fernanda Santamaría sufría un atraco frustrado por parte de un hombre ataviado con guantes, una media en la cabeza y un revólver en la mano. Ambos sucesos han llevado a la Policía Nacional a intensificar la vigilancia en la zona los últimos días y a poner en sobre aviso a los propietarios de negocios ante la posibilidad de que pueda volver a producirse un hecho similar en los próximos días.

Por las descripciones de los testigos y las víctimas de ambos incidentes, acaecidos a la misma hora, el mismo día de la semana y en dos puntos separados por menos de 100 metros, el asaltante de la vecina y de la farmacia podría ser la misma persona, un varón de unos 40 años, pelo oscuro, 1,70 metros de estatura y de nacionalidad española. Los agentes de la Policía que el pasado sábado acudieron a la botica tras el malogrado robo llegaron a cruzárselo durante su huida, según relatan vecinos de la zona, aunque fue antes de hablar con recabar los datos del asalto con las dependientas, lo que le permitió huir sin oposición.

El modus operandi y el fracaso del asaltante en las dos agresiones, además de la coincidencia en el físico, hace que los residentes y comerciantes del Sector V descarten que ambos sucesos sean una mera coincidencia. Así, la Policía Nacional lleva batiendo la zona de forma permanente a lo largo de la semana para intentar localizar y detener al asaltante.

La primera agresión a punta de pistola se produjo hace justo 15 días, cuando una mujer fue asaltada a mediodía al entrar al portal de su vivienda tras salir de una peluquería colindante a su edificio. El atacante, que iba con la cabeza tapada por la capucha de su sudadera y gafas de sol, se adentró en el rellano detrás de la mujer, a la que sustrajo las llaves de su casa a punta de pistola y le forzó a meterse dentro del ascensor. La víctima consiguió tirarle el revólver al suelo de un manotazo y comenzó a gritar, lo que alertó a los peatones que andaban en ese momento por Torres de Quevedo y a las peluqueras que minutos antes le arreglaban el pelo.

Ante el alboroto general, el asaltante echó a correr por la calle la Torre tras recoger el arma del suelo, sin que nadie pudiera detenerle; no causó ningún daño físico a su víctima, «disfrazada» por un momento de heroína para hacer frente al asaltante y pedir auxilio a gritos en su presencia.

Encerradas en el baño

Justo una semana después, también el sábado y a las 13.30 horas, la farmacia situada en el número 74 de la calle Fernanda Santamaría sufría un intento de atraco que, al igual que el sábado anterior, fue abortado por la valentía de sus víctimas. Tras intentar robar un móvil previamente y estar una hora merodeando por la rebotica, el delincuente entró en la farmacia con una media en la cabeza y una pistola exigiendo a una de las dos empleadas de la rebotica que le entregara todo el dinero de la caja registradora.

Mientras le apuntaba con la pistola y tras decirle que ya se habían llevado la recaudación del día -la farmacia estaba a punto de cerrar-, la empleada, una joven de 29 años, consiguió adentrarse en el interior de la rebotica y encerrarse en el baño junto a su compañera, que seguía la escena con pánico desde el almacén de la farmacia. «Fueron cinco minutos eternos. Mientras llamábamos a la Policía, el hacía fuerza para abrir la puerta del aseo», asegura la empleada, aún presa del miedo pese a su actitud desafiante en el momento del atraco. Tras este incidente, saldado también sin daños, la farmacia va a instalar cámaras de seguridad en el local.