En la sierra de Ferriol, uno de los puntos más altos de Elche, el escultor Mariano Ros puso la mirada para dejar a su ciudad de adopción un auténtico museo al aire libre. Elche despedía ayer al autor de El Cau, ese rincón de la serranía ilicitana repleto de arte y de vida, que se ha ganado la admiración de miles de visitantes.

Nacido en Orihuela, el hombre, que convirtió la montaña en un enclave para rendir homenaje a las tradiciones de Elche, falleció el lunes a sus 91 años dejando un auténtico legado. Y es que en las alturas sobrevive intacta la obra que con su propio puño comenzó a esculpir cuando decidió jubilarse, después dedicarse durante toda su vida al calzado, las cortinas y los rieles.

Sobre las rocas, que pertenecían a la vieja cantera de donde se recogía la piedra para la reconstrucción de la Basílica de Santa María, están talladas la mayor parte de sus esculturas. Allí, envuelto de todas esas señas de identidad de la ciudad de las palmeras una gran figura con el rostro de Mariano Ros preside una de las fachadas minerales del Ferriol. Bajo su escultura permanece imborrable un gran recuadro con el año de su nacimiento (1926) y un espacio libre que él mismo dejó reservado para la fecha de su fallecimiento.

Y así, rincón a rincón, durante algo más de una década, el escultor de El Cau dio forma y color a toda una serie de símbolos ilicitanos sin olvidar los Patrimonios de la Humanidad, como son El Palmeral y el Misteri. Pero en ese homenaje a Elche también hay reflejados otros monumentos como la torre de Calendura, la Dama de Elche, el Molí del Real... En su trabajo, Ros también quiso hacer un guiño al calzado, a las fiestas locales y, especialmente, a los senderistas, los montañeros, los ciclistas, al Elche Club de Fútbol, etc.

Su pasión por la naturaleza, tal y como recordaron ayer a este diario sus amigos más cercanos, fue indiscutible a lo largo de toda su vida. Y es que Mariano sentó las bases de la Unión Excursionista y fundó un grupo de paleontología en Elche con el que acompañaba a los jóvenes de la ciudad a realizar rutas por la sierra en la que ahora ha dejado su huella inolvidable. Ayer, sus allegados dieron el último adiós al escultor de «El Cau» en un emotivo funeral.