Los barrancos que flanquean el tortuoso Camino del Pantano dibujan laderas infectadas por todo tipo residuos, vertederos incontrolados e ilegales que convierten este enclave natural en un cementerio de ropa usada, latas oxidadas, muebles destrozados, escombros, cristales y hasta de una furgoneta de gran tonelaje varada sobre el antiguo merendero de Itusa. Lo que en su día fue un enclave de referencia para los ilicitanos amantes de la naturaleza asoma hoy como un paraje fantasmagórico invadido por la basura.

El inicio del camino que conduce hacia la presa anuncia lo que los excursionistas y cicloturistas que frecuentan la zona se encuentran conforme avanzan por la carretera o los distintos caminos que se abren paso entre la vegetación. Un contenedor sin cubrir y escoltado por numerosas bolsas de basura sobre el suelo da la «bienvenida» a una zona a preservar que se deteriora con el paso de los años sin que las autoridades competentes hagan nada al respecto.

La primera parada obligatoria es en el merendero de El Molino, una explanada abierta sobre la que se esparcen restos de basura, especialmente envases de plástico, papeles y restos orgánicos. Sin embargo, y pese a que un viejo colchón yace bajo uno de los pinos centenarios del paraje, es una de las áreas naturales más «aseadas» de este enclave ilicitano.

Los vertidos incontrolados de ropa, escombros y enseres se concentran en una de las revueltas que traza la calzada según avanza hacia el Pantano, ofreciendo una radiografía de la sonrojante «huella medioambiental» que dejan muchos ciudadanos a su paso. Laderas llenas de basura de aspecto multicolor en las que la ropa usada se funde con restos de un decorado teatral, bolsas de escombros, azulejos, muebles destrozados o una antigua pila para lavar a mano convierten la zona en un muladar multicolor a vista de pájaro. Los vertidos se acumulan desde la misma orilla de la carretera y se extienden pendiente abajo hasta la confluencia de las faldas de un terreno escarpado que, desde hace años, se ha convertido en un vertedero ilegal.

Abandono absoluto

Una vez que acaba el camino asfaltado comienza el descenso por una pista de tierra hacia la espectacular caída de agua que describe la presa del Pantano. El camino está completamente bacheado y los surcos que la lluvia ha ido modelando sobre el terreno conducen directamente hasta el viejo merendero de Itusa, ubicado junto al antiguo vertedero, clausurado y sellado hace años.

Destrozado y calcinado, abandonado a su suerte desde hace años, este recinto ligado intrínsecamente a la historia contemporánea de Elche traslada estampas como una barbacoa al aire libre en la que apenas quedan de pie unos bloques de hormigón, cuatro cuartos de baño completamente expoliados, otra barbacoa techada consumida por el fuego y un pequeño estanque en el que se acumula la basura y en el que no hay ni rostro de agua.

Alzando un poco la vista, justo en la ladera que desciende desde el Camino del Pantano hasta el antiguo merendero de Itusa, asoma con estrépito una furgoneta abandonada que debió dar varias vueltas de campana tras despeñarse por el terraplén; falta saber si a consecuencia de un accidente fortuito o si alguien la hizo caer ladera abajo de forma intencionada para desprenderse de ella. Tiene los cristales rotos, algunos esparcidos por el suelo, y su anticuada carrocería, carcomida por el sol, está llena de abolladuras. Dentro de la zona de carga, además de basura, se observa una vieja una caja de herramientas oxidada.

Un problema generalizado

El incívico comportamiento ciudadano que asola este significativo paraje de la ciudad se extiende también por numerosos puntos del Camp d'Elx, donde el Ayuntamiento tiene identificados hasta 26 zonas en las que los depósitos ilegales de residuos son especialmente sangrantes. Urbaser, la empresa concesionaria del servicio de limpieza, recoge una media de 62 toneladas de escombros, podas y enseres domésticos a la semana, lo que ha obligado al área de Limpieza a poner en marcha una campaña para acabar con esta práctica ilegal, normalizada durante la última década según admiten desde el Consistorio.

El Camino del Pantano, donde la basura se acumula de forma sistemática desde hace años, representa un buen ejemplo de esta vandálica forma de proceder. Ni las multas que acarrean el vertido ilegal de residuos -500 euros el importe mínimo- consiguen disuadir a los infractores, que siguen esparciendo muebles, escombros, ropa usada y desechos en diferentes zonas del municipio pese a que la Policía Local estrecha el cerco sobre ellos desde febrero.