En la playa de Arenales del Sol ayer por la mañana acompañaba todo para pasar el tradicional Lunes de Pascua. Un sol no demasiado abrasador, una suave brisa que aplacaba el calor, la bandera verde ondeando y el mar apenas revolicado por unas pequeñas olas con las que jugaban los niños que desafiaron al frío y se dieron uno de los primeros chapuzones del año. Además, la arena no estaba demasiado masificada. Acudieron alrededor de mil personas según fuentes de Intur Esport, la nueva empresa de socorrismo. Solo fallaba una cosa, y era la imagen desoladora que ofrecía el tétrico esqueleto del hotel de Arenales, pendiente de ser derribado casi en su totalidad, hasta el punto de que la de este año podría ser su última mona, y una fachada marítima en la que todavía se aprecian los destrozos provocados por los dos últimos temporales y restos de una especie de tubería y de cables tirados. «Nos encontramos en un entorno paradisíaco y es una pena llegar y encontrarte con todo esto. El temporal se ha comido partes de la playa... No está acondicionada ni para que venga gente de fuera ni para la de aquí», decía el bañista Patricio Gálvez.

Un comentario parecido al que repetían otros usuarios. A pocos metros de él se instalaba, a eso de la una del mediodía, el ilicitano José Antonio Molina con otras dos amigas. Se habían traído hasta una tienda de campaña por si, durante la jornada de Mona, a alguno le daba por echarse la siesta en condiciones. Se situaron junto a la caseta de socorrismo y a unos metros del área que linda con el hotel, una de las zonas en las que más se aprecian los destrozos de las fuertes lluvias y se ve sobre la arena algún que otro escombro. «Llevaremos cuidado, no vaya a ser que pisemos algún resto. Estaría muy bien que lo arreglaran», indicaba Molina, luciendo sus monas con huevo Kinder Sorpresa, una tendencia que se está haciendo hueco dentro de esta tradición.

Desde el puesto de socorrismo aseguraron que el hecho de que se haya movido tanta arena durante los temporales ha estrechado el paso frente a su caseta. Se ha generado un pequeño desnivel que, según dicen, genera tropiezo. «Se trata de algo anecdótico. No hemos tenido que realizar ninguna atención por ello», precisaron, además de señalar que lo más destacable, durante la Semana Santa, han sido las picaduras de pez araña. Han registrado unas ocho.

Elisabeth Serrano y Sonia Saura colocaron su sombrilla y su mesa junto a la valla que separa la playa del enorme esqueleto de hormigón. «El agua está genial y limpia. El problema es cuando miras para el hotel. No solo por el turismo sino porque es elemento histórico para nosotros», manifestaron.

Otras zonas de la comarca como la sierra de Crevillent o el área del Pantano de Elche se volvieron a llenar de excursionistas. Monas, habas, tortilla, sofritos... Muchos se pusieron las botas previa caminata y juegos para hacer hambre.