Cuando tocó pensar en salir fuera para complementar su carrera, el santapolero José Pedro Martínez no se decantó por el típico Erasmus a Inglaterra para afianzar el inglés. Quizá porque su padre le atiborró a documentales de pequeño o porque comenzaba a perfilarse como uno de esos periodistas a los que «les va la marcha», este antiguo estudiante del grado de Periodismo de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche se inscribió en 2010 en un programa de becas internacionales para pasar su último año académico en un país mexicano que no acababa de salir de sus peores años de la guerra contra el narco. «Nos apuntamos tres y los otros cancelaron a última hora», dice.

Su aventura arrancó en Mérida (Yucatán), donde culminó sus estudios y comenzó a escorarse hacia el mundo de las instantáneas de la mano de un reconocido fotoperiodista de la zona. Tras licenciarse regresó a España, pero se había dejado demasiadas historias que contar y grandes amigos que le avisaron de un puesto de redactor en una televisión en Ensenada, una ciudad situada en la península de Baja California. Tras ocho meses allí enganchó con otro trabajo en una revista digital en Tijuana, donde, durante tres años, se dio de bruces con la amarga realidad del mundo fronterizo, con la que todavía convive. «Comencé a ver, casi a diario, como llegaban autobuses con centenares de deportados, entre los que a lo mejor había un señor que había combatido en la guerra en nombre de EE UU, a cambio de la promesa de papeles, y una pelea en un bar había sido razón suficiente para mandarlo de vuelta. O a madres separadas de sus hijos o a gente jugándose la vida por brincarse. Y no solo mexicanos sino guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses... Esto es un auténtico embudo», incide. Fruto de estos años retratando a los que pasan su día a día junto al muro real, más allá del que imagina Donald Trump, nace su exposición «México Fronterizo», que se podrá ver hasta el 31 de mayo en la Sala Gris del Rectorado y que, en breve, llegará a la Sala de Exposiciones del Castillo de Santa Pola. Una muestra organizada por el Vicerrectorado de Cultura con la colaboración del Vicerrectorado de Relaciones Internacionales de la UMH.

Sabiduría de calle

Actualmente, José Pedro Martínez reside en Mexicali, otra ciudad fronteriza cercana a Tijuana, y trabaja como freelance para medios como Al Jazeera, Newsweek o Eldiario.es. También se gana la vida como «fixer», que es la figura periodística que ayuda a periodistas extranjeros a moverse por escenarios «complicados». Y es que este santapolero ya se conoce ambas ciudades como la palma de su mano, así como sus puntos calientes. «En Tijuana me pasaba la vida en la calle y soy compita de muchos encargados de los albergues donde se alojan los deportados, de policías comunitarios de Guerrero, estado del que salen grandes masas de migrantes; o de activistas que trabajan en pro de los derechos humanos de los que quieren cruzar la valla», detalla.

Como periodista ha cubierto, para varias revistas y periódicos de todo el mundo, realidades como la llegada de 20.000 haitianos a Baja California, donde se quedaban bloqueados esperando que les abrieran la puerta del país del Tío Sam. También ha observado, en primera línea, como tras la llegada de Trump a la Casa Blanca muchos guardias fronterizos han agudizado su carácter racista, reduciendo a la mínima expresión la concesión de asilo político a los mexicanos que lo solicitan en el borde porque está en riesgo su vida. Sus imágenes tratan de recoger esas historias de desesperación, de habitantes de ninguna parte que miran hacia una nación que les repudia en demasiadas ocasiones. El objetivo de Martínez es recorrer otros puntos de México, donde a nivel de derechos humanos hay mucho que decir... e inmortalizar.