Para el que no lo sepa aún, el producto de moda en la alimentación sana son las semillas de chía, una planta herbácea originaria del centro y sur de México, Guatemala y Nicaragua, con sabor a nuez, rica en fibra soluble y con propiedades digestivas y antiinflamatorias. Si se compara con otros alimentos, tiene de proteína dos veces más que cualquier semilla, cinco veces más calcio que la leche entera, dos veces la cantidad de potasio en los plátanos, tres veces más antioxidantes que los arándanos, tres veces más hierro que las espinacas y siete veces más omega 3 que el salmón. El único pero es que no es, por decirlo de algún modo, económica.

Este ingrediente, en cualquier caso, fue ayer el principal referente en el concurso alimentario Innobiotec, una iniciativa impulsada desde la asignatura Biotecnología de los Alimentos Funcionales, correspondiente al grado en Biotecnología, y que se celebró a partir del mediodía en el vestíbulo del edificio Altabix, en el campus de Elche de la Universidad Miguel Hernández.

Unos treinta alumnos de cuarto de Biotecnología, por equipos, presentaron al público, y sobre todo a un jurado, sus elaboradas creaciones culinarias nacidas desde la investigación.

«En el laboratorio puede quedar muy bien, pero el público es el que debe juzgar si funciona o no. Podemos crear algo maravilloso, pero, si la gente no lo come, no sirve para nada», explica Manuel Viuda, profesor, junto a José Ángel Pérez, de esta asignatura optativa e impulsores de este certamen, organizado por primera vez en Elche (se ha llevado a cabo anteriormente en el campus de Orihuela), que consiste en que los alumnos desarrollen nuevos alimentos con propiedades funcionales desde el punto de vista tecnológico. «Se trata de sacar lo que se hace en el laboratorio a la calle», agrega Viuda.

Gorditas es la propuesta que presentaban Víctor Jiménez e Imanol Rodrigo, un bocado callejero típico de México que incorpora materias primas novedosas como el amaranto, harina de maíz, algas y nada más y nada menos que picudo rojo. Esta elaboración es rica en fibra, proteínas, vitaminas y calcio biodisponible y, además, es apto para celiacos.

Magdalenas de chía y dátil, así como gominolas de granada fue lo que idearon Irene Delgado, Esther Ivorra y Eduardo Burillo. «Hemos hecho muchas pruebas en casa hasta que por fin la masa de la magdalena ha subido», indicaban con unas muestras muy apetecibles a la vista, sobre todo la de los dulces.

En otro punto de las mesas dispuestas, donde parte de los estudiantes iban con batas y se habían preparado sobre cómo presentar sus platos, Alba Pérez e Iris Sánchez (que ganaron el premio Cátedra Palmeral de Elche, dotado con 500 euros, de manera compartida con la apuesta de Víctor Jiménez e Imanol Rodrigo ) apostaban por galletas aztecas, un snack pensado sobre todo para deportistas cuyo ingrediente principal es el chía, «una semilla que los aztecas consumían para tener mucha vitalidad para las guerras». Dátil y miel y apto para intolerantes para la lactosa son algunas de sus principales características.

En suma, una decena de productos gastronómicos innovadores que fueron examinados y probados por un jurado entre los que se encontraba, entre otros, el vicerrector de Investigación e Innovación de la UMH, Manuel Jordán. El primer premio (300 euros) fue para los alumnos Khouloud Abidi, Raquel Andreu, Rocío Díaz y Antonio Valenzuela. En total, se repartieron 1.400 euros en premios.