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Julián Maeso: «El sistema educativo está lastrando la cultura musical»

El músico presenta mañana, a las 21.30 horas, presenta en l'Escorxador su trabajo

Julián Maeso: «El sistema educativo está lastrando la cultura musical»

El sonido de Julián Maeso te traslada a la música de raíz norteamericana que imperaba allá por los setenta. El toledano, en su tercer disco, «Somewhere, Somehow», propone un recorrido por diferentes estilos de la vieja escuela como el blues, el jazz, el funk o el rock, aunque aportándoles un punto contemporáneo con la magia del sintetizador, con el que eleva las canciones a una dimensión onírica. Mañana, a las 21.30 horas, las presenta en solitario en l'Escorxador.

«Estoy pasando la crisis de los 40», bromea Julián Maeso, desde el otro lado del auricular, durante la entrevista. Y es que las letras de «Somewhere, Somehow», su tercer álbum de estudio desde que se acabó su aventura con The Sunday Drivers, reflejan ese momento de introspección al que muchos nos enfrentamos cuando nos encontramos en el ecuador de nuestras vidas. Una mirada sonora y emocional que evoca carretera y largas noches de conversación y vino tinto, como las que pasaba con Lyndon Parish (otro ex The Sunday Drivers) para pulir los temas de este álbum.

¿Y cuál fue el resultado compositivo de esas madrugadas?

Las letras vuelven a hablar de asuntos personales, de amor y desamor y de todo lo que nos rodea. De esa sociedad repleta de personas inteligentes y de otras que no lo son tanto, pero que consiguen dirigir a grandes masas, como si fueran borregos. Contar con Parish es una suerte, porque me ayuda a presentar un inglés digno al público que me sigue.

¿Alguna conclusión desde esa introspección y madurez?

Pues a nivel musical me preocupa la falta de relevo generacional en cuanto al blues, al jazz, al rock... Son estilos que cada vez atraen menos a la gente joven, que cuentan con muy poca cultura musical. El sistema educativo actual la está lastrando, ya que no deja de reducir las asignaturas de música en las aulas. También se está prohibiendo la presencia de niños en los conciertos. Por no hablar de los talents shows, que consolidan a artistas de dudosa calidad con contratos millonarios. Es difícil dedicarse a esto.

¿Internet puede salvar esta situación o no?

Lo malo del mundo de Internet es la esclavitud de los «likes» a la que se someten muchos grupos. Hay gente muy preocupada en poner su foto, decir dónde está... Y tú te preguntas: ¿dónde queda la música en mitad de todo esto? Por otro lado, de plataformas como Spotify cobramos poquísimo los intérpretes por cada escucha. Pero, ojo, hay esperanzas y las cosas pueden cambiar. No todo es tan oscuro. Se están organizando conciertos diurnos, hay nuevas escuelas de música...

Y, en su sonido, ¿qué ha ido avanzando?

Pues quizá cada vez me estoy alejando más del hammond, un instrumento que cuando lo conocí, la verdad, me voló la cabeza. Me pareció un teclado con un sonido increíble y peculiar que es normal que traslade a los años setenta. Trato de hacer canciones en las que cambiando el estilo o la instrumentación, suenen bien. Es decir, que si ahora las cogiera un grupo de funk, funcionarían. Ahora, cuando compongo, me centro más en la voz.

¿Qué recuerdo le queda de The Sunday Drivers?

Uno muy bueno, sin duda. Yo era un joven de 26 años que integraba un grupo que llegó a vender 30.000 copias de un disco, giraba por toda Europa y no dejábamos de viajar. Hay gente que lleva mejor o peor esos éxitos tan fugaces. El espíritu rockero se mantiene. Seguir haciéndote 600 kilómetros en coche para hacer un bolo sigue destilando rock and roll. Al de Elche voy yo solo con el piano y una guitarra acústica. La gente podrá escuchar los temas desnudos, esbozados, de la manera que suenan antes de trasladarlos al grupo.

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