«El tiempo todo locura» para Mónica Carrillo, más que su último libro, es el principio de su aventura literaria. Y es que su afición por los microcuentos fue lo que le motivó a escribir sus dos novelas «La luz de Candela» y «Olvidé decirte quiero» (Planeta). Aparte de convertirse en un ejercicio que ha realizado de manera compulsiva cada vez que asaltaba una de estas ideas su cabeza. Bendita locura, piensa ella.

Este libro nace de ejercicios literarios que iba publicando en Twitter. ¿Cuáles fueron los feedbacks más bonitos de sus compañeros de red social?

Pues no fue exactamente en Twitter donde he tenido las experiencias más entrañables. Una de las más bellas ocurrió durante una firma de libros, como la de hoy en Elche. Entre otras cosas porque es el lugar donde puedes mirar a los ojos a tus lectores. En este caso vino una mujer y me pidió que le firmara la página de mi libro, donde aparece el siguiente microcuento: «Pensaba que lo peor fue perderte, aún peor fue el tiempo perdido». Me dijo que ese relato había marcado su vida. Curiosamente, yo lo había planteado como una historia de desamor, en la que trataba de reflexionar, de manera breve, sobre el tiempo que destinamos a la recuperación tras un desengaño. Sin embargo, esta señora me explicó que había enviudado y que esas palabras le habían ayudado mucho en su proceso. En otras firmas en Málaga y en Granada me pasó igual. Dos persona me hablaron de sus interpretaciones de uno de mis microcuentos y eran diferentes a lo que me lo inspiraron. Es bonito porque al final estas historias van creciendo en función del lector. Se convierten en un punto de partida o de retorno para todos ellos.

Aunque aquí selecciona 200, señala que ha escrito un total de 700 en cuatro años. Sale la cuenta casi a uno cada dos días. ¿Cuál es el lugar más raro donde ha concebido alguna de estas pequeñas obras?

Recuerdo que muchas han surgido en el coche. En el parking, antes de subir a casa, me he quedado más de una vez dándole forma a alguno. Aunque sobre todo en el sofá, por la noche.

¿Y cuál es la clave, bajo su punto de vista, de un buen microcuento?

Es un poco como Twitter. En 140 caracteres tienes que encapsular una historia que emocione y que sorprenda a la vez. Que incluya un doble sentido y deje al lector, durante unos segundos, bloqueado.

Un ejercicio intelectual para escapar de la rutina diaria...

En mi vena literaria apuesto más por el terreno de las emociones. Me gusta profundizar en los comportamientos humanos cuando hablamos de amor y de los sentimientos que éste genera. Es cierto que me vale de refugio con respecto a mi trabajo de periodista, donde tenemos que ser algo más asépticos.

¿Entonces no encuentra conexiones emocionales entre una cosa y otra?

Creo que tanto en la literatura como en el periodismo se repite el hecho de analizar la actualidad y a la gente, pero cuando hablamos de actualidad hay que dejar un poco más de lado las emociones y apostar más por la credibilidad y la solvencia.

Hablando de medios. No hace mucho su nombre salió a la palestra por un artículo que escribió un periodista sobre usted que se tildó de sexista.

A mí me gusta hacer poco ruido y si se habla de mí, prefiero que sea por mi trabajo. Me mantengo al margen de este tipo de cosas, de sacarlas de contexto. En la vida cada uno se retrata con sus hechos y sus exposiciones.

Periodista, escritora, tuitera... ¿Qué habilidad nos queda por descubrir de Mónica Carrillo?

No me planteo lo que vendrá en el futuro pero la experiencia me dice que no hay que cerrar las puertas a nada. Siempre me gustó escribir y no me imaginaba que acabaría publicando tres libros. Estoy confeccionado ahora letras para canciones. Lo hago por curiosidad y porque me gusta medirme. A ver qué sale de ahí.