La Asamblea Local de Cruz Roja ha atendido en el último año a 272 personas del colectivo LGTBI en el marco de un programa de prevención del VIH. La entidad centra sus actuaciones en dos vías: las aplicación móviles en la que sus usuarios buscan encuentros sexuales esporádicos; y también en los lugares donde se desarrolla el cruising, una práctica que consiste en mantener relaciones con desconocidos en parques, plazas, aparcamientos, aseos y otros lugares públicos. En estas zonas, se ha intensificado el reparto de kits contra enfermedades de transmisión sexual, formado por preservativos y lubricantes, dos elementos esenciales en la prevención de estas dolencias.

Para ello, la entidad ha creado en estas aplicaciones, (Grindr y Wapo, principalmente) el perfil «Info VIH» en el que los usuarios pueden trasladar «dudas, consultas o cuestiones que, por la vergüenza, la discreción y el secretismo con el que muchas veces mantienen estos contactos sexuales, no se atreven a expresar personalmente», apunta Javier Rodríguez, responsable provincial de adicciones y VIH de Cruz Roja.

De las 272 atenciones, 177, más de la mitad, se pusieron en contacto con Cruz Roja a través de esta app. Por tanto, «esto nos ha permitido llegar a una población a la que antes nos era imposible», añade, después de haber actuado en otros lugares como locales de ambiente y saunas, zonas donde también se producen encuentros sexuales esporádicos con parejas desconocidas.

El perfil de usuarios de la app es mayoritariamente un público joven, de 21 a 35 años, «aunque también hay gente más mayor, incluso de más de 50 años», que encuentran en este canal de comunicación una vía donde expresar sus consultas acerca de prácticas de riesgo, información sobre dónde y como realizar la prueba de VIH o, en caso de necesidad, solicitar estos preservativos y lubricantes, o qué hacer ante una exposición al virus de forma accidental, «que es acudir a un hospital para recibir un tratamiento antirretroviral que evite en contagio».

Esta labor es incluso más importante, en cuanto a prevención se refiere, en zonas de cruising, una práctica sexual que se caracteriza por realizarse al aire libre, en lugares públicos, y que consiste en mantener encuentros sexuales rápidos y fortuitos entre desconocidos. «Dado que se trata de lugares donde estas prácticas se realizan con total discreción y donde los usuarios no quieren que entremos, precisamente para preservar su intimidad, es otro de los campos donde nos cuesta mucho llegar», asegura Rodríguez. Por tanto, «nos instalamos poco a poco. Nos ponemos en las inmediaciones, nos van viendo, van sabiendo lo que hacemos, y poco a poco son ellos los que acaban acercándose».

Precisamente por esa discreción, desde la entidad prefirieron no revelar los lugares de cruising en la ciudad, aunque una simple búsqueda a través de internet sirve para ver que en parques, centros comerciales y otros lugares públicos sirven como lugar de encuentro para realizar este tipo de prácticas, que, si bien también se dan entre parejas heterosexuales, es más frecuente en relaciones entre hombres. «Está más extendido de lo que se ve a simple vista», asegura, aunque a menudo estos encuentros se realizan de forma tan discreta que pasa completamente desapercibida para el resto de usuarios del lugar donde se llevan a cabo estas prácticas. A partir de ahí, «los juegos de miradas, gestos y señales hacen el resto», explican una de estas webs, que cuentan con hasta mapas, por ciudades, donde hacer cruising.

Fidelización

Aunque el desarrollo del perfil en las aplicaciones de contactos se realizó para «dar respuesta de forma rápida a dudas y consultas relacionadas con el VIH», el anonimato y la cercanía de las respuestas, pues tras el otro lado del móvil siempre se encuentra personal de Cruz Roja, ha originado que el usuario «acabe fidelizando con nosotros y se mantenga una relación de contacto con el tiempo», lo que repercute en que «la labor de prevención vaya más allá, gracias a esa confianza».

Así, «se incide en la necesidad de realizarse la prueba de VIH con una periodicidad anual, se les deriva al Centro de Información y Prevención del Sida, en Alicante, y, si es necesario, hasta se les acompaña a hacerse la prueba».

El tabú social es otra de las barreras que hace que los usuarios prefieran el anonimato de la red a expresar su consulta de forma física con los especialistas. Y en el colectivo LGTBI se da por partida doble. En primer lugar, por la dificultad que supone aún hoy la «salida del armario», y por otro, por el rechazo de la sociedad en cuanto a este tipo de prácticas.

Esto origina que la atención que presta Cruz Roja acabe derivándose desde estas aplicaciones, y en el cara a cara en lugares de cruising, a otros departamentos de la propia entidad, como el de atención psicológica. Sin embargo también se facilitan el contacto entre usuarios y asociaciones que velan por los derechos LGTBI para erradicar los problemas de aceptación y discriminación social o laboral.

Una lucha, la del VIH en la que aún queda mucho por hacer y que gracias a las nuevas tecnologías abre un campo de actuación hasta ahora inaccesible tanto para las entidades que luchan contra la enfermedad como para los propios usuarios, que encuentran una forma rápida, cómoda y confidencial de tener todas las opciones en la palma de sus manos.