La sala de exposiciones de la Orden Tercera se convirtió ayer en una especie de entorno urbano gracias a los más de sesenta cuadros, plagados de grafitis, que introdujeron el artista ilicitano Juan Llorens y su nieta de siete años Alba Granados. Este dueto creativo presentó su colección «Nanas de la cebolla a Miguel Hernández», que se mantendrá en este espacio hasta el próximo 7 de mayo, como homenaje al poeta oriolano. Una actividad enmarcada en los actos del 75 aniversario de la muerte de este escritor, que organiza el Ayuntamiento de Elche.

En esta muestra Juan Llorens trata de conectar el arte del grafiti con el autor del poema que da nombre a la misma. En opinión de Llorens, Miguel Hernández era el poeta del pueblo, de la calle, por lo que «seguro que hubiera conectado con el arte urbano del que beben estas obras».

Concretamente, Llorens y su nieta han optado por la tendencia de Art Brut, un término que surgió a mediados del siglo XX con el que catalogaban las creaciones artísticas que realizaba la gente marginal. Los británicos los denominaron los «outsiders».

La historia de «Nanas de la cebolla» comenzó hace dos años. La pequeña Alba iba a casa de su abuelo y mientras él pintaba, ella hacía sus propios dibujos. El artista ilicitano decidió unir ambos trabajos y de ahí comenzaron a salir estos cuadros. Juan Llorens pinta tableros de un color potente o los forra con bricks de leche, con los que ya le aporta un puntito muy pop, que incluso refuerza en ocasiones con letras de molde con los que escribe los versos de Miguel Hernández. Una vez que tiene acabada esa base, su nieta introduce sobre ella los grafitis que la parecen. El conjunto deriva en un resultado anárquico per0 a la vez muy sugerente.

No es la primera vez que esta exposición llega a una sala. Ya se pudieron ver hace un año cuadros de la misma serie en el Museo Zabaleta-Miguel Hernández de Quesada (Jaén), con motivo del centenario de Josefina Manresa, y en el Juan de Dios de Orihuela.

«Los elementos que ha introducido Alba llegaron de una manera tan natural y espontánea a mi obra que yo mismo me he sorprendido de lo bonita que ha quedado y de lo que ha gustado a la gente. Sus trazos inocentes en algo tan serio le han aportado la misma ternura que el propio Miguel le dio a los versos que dedicó a su hijo mientras se encontraba en la cárcel», explica Llorens, que más adelante llevará a cabo un taller con escolares del colegio Baix Vinalopó en esta misma sala, aplicando procesos parecidos a los que desarrolló con su nieta. También dará una conferencia.