Las altas precipitaciones que han regado el sureste peninsular durante este invierno que recién acaba han contribuido a que los humedales de Elche y la comarca mejoren su funcionamiento ecológico, según destacan desde la Asociación para la protección y conservación de los humedales del Sur de Alicante (AHSA). Su activista Sergio Arroyo afirma que el balance realizado por la asociación tras las precipitaciones es muy positivo, porque el agua está volviendo a retomar los lugares que naturalmente le pertenecen.

Y es que el Fondet de la Senieta, un enclave que, desde hace años, no presentaba ni una lámina de agua, se ha encharcado y sirve como lugar de paso para aves migratorias limícolas, que aprovechan esta época para hacer una parada en este enclave antes de proseguir su camino hacia países del norte donde anidarán. Según Arroyo, la lista de aves que ha llegado a la zona es grande y diversa, con la observación de un gran bando de chorlitos dorados, cigüeñuelas, correlimos comunes y menudos, gaviotas reidoras, un gavilán, un ratonero y otras especies que han visitado este pequeño humedal.

En el último mes se han inundado también otros enclaves de los saladares de las Salinas de Santa Pola, en su periferia, que suelen estar secos o solo inundado, a veces, con agua de mar. En este caso, la estampa de plenitud hídrica se debe al aporte de las precipitaciones de las lluvias.

El Hondo también ha aumentado su capacidad y la cantidad de agua en el humedal es mucho mayor que de costumbre, aunque, según mantiene Arroyo, este aumento es mucho menos perceptible que en los enclaves antes mencionados porque el Hondo siempre está lleno y el cambio es menos obvio a simple vista.

Los motivos por los que las últimas lluvias son beneficiosas para el ecosistema de agua dulce, según AHSA, son que las precipitaciones suponen un aumento y aporte de nutrientes a estos enclaves y una renovación de sus aguas. El arrastre de sedimentos que llegan con la crecida de los ríos a los azarbes hace que crezcan y se multipliquen microorganismos vegetales y animales invertebrados que sirven de alimento a las aves y peces. Por este motivo, actúa de efecto llamada para las aves migratorias que reposan en este paraíso de agua dulce en su camino al norte o permite unas condiciones propicias para que las aves autóctonas se reproduzcan y nidifiquen en la comarca. Por otra parte, la humedad se mantiene porque los terrenos de la región son compactos, arcillosos e impermeables, por lo que el suelo tarda en asimilar tal cantidad de aporte hídrico y se mantiene en la superficie.

Además, según el activista de AHSA Sergio Arroyo, con la crecida del río Segura en el último temporal, su aporte hídrico resultó muy beneficioso al entorno marino que riega su desembocadura, mejorando las condiciones de las aguas y la fauna marina también. «El agua de los ríos no se pierde. Si la bahía de Santa Pola es una de las mayores flotas pesqueras de la Comunidad Valenciana no es por casualidad, el agua dulce que aporta la desembocadura del Segura es clave para la proliferación de peces», puntualiza Arroyo, quien, además, es optimista en cuanto al futuro de estas zonas húmedas durante la primavera y, sin ir más lejos, este fin de semana en el que se esperan más precipitaciones en la región.

Otro de los lugares que ha destacado por su mejora tras las lluvias es el del saladar de Aguamarga, también repleto de agua dulce tras muchos años sin presentar siquiera una lámina protectora. Arroyo se sintió especialmente contento por la inundación en Aguamarga y el Fondet de la Senieta, porque «son enclaves que se han visto amenazados por el urbanismo y es reconfortante ver cómo el agua vuelve a tomar su lugar frente al cemento», concluyó.

El enclave ilicitano fue parte de un proyecto de recalificación con vistas a permitir un desarrollo urbanístico con carácter residencial en la zona. Tras el cambio político en el Consell se frenó este proyecto y el Ayuntamiento de Elche incluyó el Fondet de la Senieta en los límites de protección.