El número de habitantes de Elche creció ligeramente el pasado año tras tres años de caída en los que se perdieron más de 3.000 habitantes, tal y como reflejan los daños del Instituto Nacional de Estadística. La ciudad alcanzó así los 227.659 habitante en 2016, una cifra ligeramente superior a la de 2015 (2.27.312 personas), pero muy por detrás de los 230.587 residentes que reflejó el padrón el pasado 2012.
La crisis económica está detrás de ese estancamiento en el crecimiento poblacional de la ciudad, según apunta José Antonio Larrosa, profesor del departamento de Geografía Humana de la Universidad de Alicante. Con la crisis «fueron muchos los ilicitanos que emigraron en busca de un puesto de trabajo. Todos conocemos a alguien o tenemos algún miembro en nuestra familia que se ha ido a otro país, o a otra ciudad, a buscar trabajo, porque aquí no lo había» De la misma forma «muchos inmigrantes, rusos y sudamericanos, principalmente, se han vuelto a su país de origen al no encontrar o perder trabajo en la zona, que es a lo que vinieron hace años», añade, originando que la ciudad haya perdido población durante la crisis económica por primera vez desde que se tienen registros.
Otra de las causas que podrían explicar este pequeño aumento, de apenas 500 habitantes con respecto al año anterior, es «el ligero aumento de residentes internacionales, que se confirma con la recuperación de la construcción en el litoral», asegura el experto de la UA. «Junto a los inmigrantes que vienen en busca de trabajo y una vida mejor, los residentes internacionales que vienen al litoral a establecer su lugar de descanso ha supuesto una de las causas de mayor crecimiento en lo últimos años en esta zona de la provincia», asegura Larrosa, por lo que esa recuperación de este tipo de población también podría explicar el freno en la caída del censo y la tendencia al alza.
La importancia en cuanto al estancamiento poblacional se entiende mejor poniendo los datos en perspectiva. Así, mientras la ciudad alcanzó su máximo histórico de habitantes en 2010, con 230.822 personas, hasta esa fecha, el ritmo de crecimiento anual se contaba por varios miles. En los tres últimos años se han perdido 3.275 habitantes, mientas que los que se ganaron desde 2007 a 2010 fueron 8.400, pasando de 222.422 de 2007 a 230.822 en 2010.
Estabilidad
Según Larrosa, recuperar ese nivel de crecimiento es difícil ya que «estamos en una etapa de estabilidad, que no sé lo que durará. No creo la recuperación sea tan importante como para recobrar el número de inmigrantes laborales perdidos, que han sido los que han hecho crecer los datos demográficos. El ritmo lo marcará la dinámica económica», apunta Larrosa.
El problema radica en que dicha dinámica la marca principalmente «la creación de puestos de trabajo». Así, la ciudad vivió un crecimiento exponencial a mitad del siglo XX, con el repunte de la industria del calzado, que «llegó a dar trabajo al 50% de la población». Sin embargo, ese crecimiento económico se encuentra estancado y, con él, las posibilidades de crecimiento.
Sin embargo, y aunque actualmente el calzado ha perdido prácticamente la mitad del cupo laboral de la ciudad, «ahora llega al 20-25%, una cifra que no es nada despreciable», y, aunque el sector ha perdido fuelle «yo creo que es un dato positivo porque significa que la actividad económica se ha diversificado, por lo que ya no solo depende de un sector, lo que tendría consecuencias muy negativas si entrara en crisis» al jugarlo todo a una carta.
Pese a todo, los datos parecen indicar que «los niveles de población tenderán a mantenerse», por lo que la ciudad se recuperará paulatinamente de la caída sufrida estos últimos años, concluye Larrosa, por lo que, si bien el crecimiento no será muy significativo, al menos se frenará el retroceso en cuanto a población.
